viernes, 18 de junio de 2010

supertrax #11: dentelladas secas y calientes



Serrat las tiene buenas, muy buenas. Y entre las mejores está sin duda esta "Elegía" que podemos encontrar en su disco A Miguel Hernández (74). Es una canción que demuestra la maestría del catalán para adaptar poesía. Ya lo hizo con Antonio Machado y aquí vuelve a dar en el clavo dando a las canciones lo que piden. Ni más ni menos. Una melodía de melancolía suicida sostiene los versos en carne viva del de Orihuela. Todo un recordatorio y una alabanza a uno de los grandes. Hoy día se hace imposible disociar los nombres de estos dos poetas porque Serrat ha convertido en clásica una canción sobre un poema clásico. Se podría decir que le ha dado la forma en la que será conocido para siempre. Y eso es algo al alcance de muy pocos. Aunque no es la mejor versión la del video propuesto (no hay otro mejor) siempre me va a ser imposible no someterme a versos tan brutales y certeros como estos. Duelen mucho.

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas,
y órganos mi dolor sin instrumentos,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler, me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano está rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes,
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero mirar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera,
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas
y tu sangre se irá a cada lado,
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas,
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario