SOUL. No hay duda de que "I Never Loved..." supuso una reafirmación para Aretha como compositora e intérprete. Una demostración de madurez y seguridad como no había tenido hasta entonces. Empezar un disco con "Respect" es un triunfo desde el segundo cero. La canción no era suya. Hasta ese momento. El clásico de Otis Redding no podría tener una forma más perfecta ni más icónica que la que le da la reina del soul, que se la apropió para siempre.
Este, su undécimo disco, fue el primero que editó con Atlantic y, como contagiada por el poder del gigante discográfico, Aretha completó su mejor obra hasta el momento. Al piano, acompañada por la banda, o las dos cosas a la vez, se muestra soberana en la dicción y se entrena con éxito en las sutiles formas de pellizcarnos el alma. Y curiosamente hubo quien menospreció al disco por falta de fuerza en guitarras y batería y por una producción poco pulida. Hoy pocos dudan de la grandeza de esta obra de madurez de la Franklin.
Sea como fuere, Atlantic acabó siendo su casa hasta 1979, cuando coincidiendo con la muerte de su padre fichó por Arista. Y por dios o el demonio, la década y pico que inauguró con este disco fue su gran momento de gloria. Aquí tenemos un buen puñado de muestras encabezadas por "Respect", "Drown in My Own Tears", "I Never Loved a Man (The Way I Love You)", "Do Right Woman, Do Right Man", "A Change Is Gonna Come"... Sí, Sam Cooke una vez más, el manantial, la fuerza de la naturaleza que siempre la acompañó, el material que ella moldeó mejor que nadie con una de las voces más inolvidables del soul y de la historia de la música. El origen de todo y el cierre del círculo once años después de su primer LP.
★★★★☆
Xxx
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