THRASH METAL. Con su quinto disco Slayer redondean una trilogía impresionante. Fusionan lo mejor de la morosidad y los medios tiempos ceremoniales de "South of Heaven" (1988) con la velocidad espídica y sanguinaria de "Reign in Blood" (1986). Con tales ingredientes, el producto resultante es de una solidez apabullante.
Lo abren con un nuevo clásico que añadir a su arsenal de demolición en directo. "War Ensemble", con todos sus cambios dinámicos y esa velocidad entre lo alto y lo extremo, triunfa por completo y ofrece una nueva forma de entregarse a la masacre con ese estribillo que se te clava: "Sport the war, war support / The sport is war, total war / When victory's a massacre / The final swing is not a drill / It's how many people I can kill". Me detengo en este tema, no sólo porque me encanta, sino porque es una carta de presentación inequívoca que nos muestra al grupo volcado por primera vez en la denuncia al apuntar a los problemas de esta tierra en lugar de revolcarse en sus obsesiones demoníacas y en los abismos del alma.
En cierta forma Slayer se contagian de la ola de pesimismo y hartazgo que había traído consigo la recién finiquitada era Reagan, que todavía coleaba. La corrupción, la crueldad y el asesinato son los colores con los que pintan este disco brutal. Nuevamente producido gloriosamente por Rick Rubin y el último en el que intervendría el batería original, el grandioso Dave Lombardo. Al menos hasta su vuelta más de quince años después. Un disco que marca a fuego el final de una era para los reyes del thrash metal. Después de esto no han vuelto a reencontrarse con las musas, si bien siempre se han mantenido fieles a un estilo forjado a base de furia y acero. Un estilo del que aquí vuelven a demostrar que son los maestros absolutos.
★★★★☆
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