martes, 9 de marzo de 2021

Un océano de color

 Everything's Alright Forever (The Boo Radleys, 1992) 


SHOEGAZE. En el segundo empiezan a diversificar sus influencias dentro de un ruidismo que dominaban y seguían explorando como nadie. Seguía siendo shoegazing y seguían adorando impúdicamente la avalancha sónica de My Bloody Valentine, pero como el grupazo que ya eran, lo hacían sin quedarse en la superficie. Por eso entre las volutas de feedback en flor dejan que se escape el pop absoluto de The Beatles y The Beach Boys junto al pellizco inextirpable de Love.

Y esos son los ramalazos que acercan esto al britpop, a lo melódico, pero desde la calidad y lo tangencial. Y es que, al ser una propuesta dura y con muchas más aristas que la media que llenaba ese saco, derraman la idea de que estamos ante un grupo con ganas de explorar un nicho propio a través de un territorio que todos creían conocer, pero en el que muy pocos se atrevían a escarbar en busca de hallazgos con los que trabajar.

Everything's Alright Forever es un álbum de ruido expansivo, de sonido holofónico y tridimensional en su vaivén incesante. Un disco que parece que está vivo y que se nos aloja en el oído interno sin esfuerzo para acurrucarse allí para siempre. Es lo que pasa cuando se tienen tantas ganas, tantas melodías y tanto talento. Solo con un minuto y medio, el de "Lazy Day", ya es para caer de rodillas ante la maestría de Martin Carr y sus compinches. No hacen falta muchas escuchas para verlo: grupazo con todas sus letras. 

★★★★☆

1 Spaniard 4:02
2 Towards the Light 1:41
3 Losing It (Song for Abigail) 4:02
4 Memory Babe 3:19
5 Skyscraper 4:46
6 I Feel Nothing 3:06
7 Room at the Top 5:05
8 Does This Hurt? 3:56
9 Sparrow 1:51
10 Smile Fades Fast 3:13
11 Firesky 5:05
12 Song for the Morning to Sing 2:30
13 Lazy Day 1:34
14 Paradise 5:50
Total: 50:00

 

Lo primero que llama la atención del grupo es su nombre, sacado de un personaje de Matar a un ruiseñor (Harper Lee, 1960). Un personaje que solo aparece al final de la novela, pero cuya presencia permea la obra en forma de criatura misteriosa y fantasmagórica que acecha a los protagonistas en forma de recuerdos, ruidos y sombras en la oscuridad. 

Un nombre que alienta el misterio y las ínfulas literarias de un Martin Carr que siempre puso el tratamiento del sonido por encima de lo lírico en su música, pero que tampoco renunció a tratar de decir cosas en sus canciones. Aunque luego las cantara Sice Rowbottom, que todo hay que decirlo.


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