Down (The Jesus Lizard, 1994)
POST-HARDCORE. Un disco despreciado en el momento de su edición, seguramente por no aguantar la comparación con los dos anteriores, y muy reivindicado a día de hoy. Las redes hablan de injusticia con el cuarto álbum de Jesus Lizard. ¿Hay motivo para tanto revuelo? ¿Es necesario rasgarse las vestiduras en su defensa?
Si se requiere una respuesta rápida y directa, esta sería sí. Luego vendrían los matices, pero lo que parece claro es que el grupo madura de manera evidente en su cuarto álbum, empezando por un David Yow que, sin abandonar su personaje a la vez volcánico y bukowskiano, ha aprendido a matizar su verborrea escribiendo algo que se podría incluso llamar poesía. No es que el de Las Vegas haya dado la espalda a sus pesadillas, sino que ahora, en lugar de narrárnoslas sin anestesia, prefiere evocarlas con algo más de distancia.
Eso le permite contar cuentos terroríficos con una dosis menor de semen y sangre, a la vez que se sumerge en un lirismo no por elusivo menos arrebatador ("Elegy"). Y esto lo consigue sin abandonar el malditismo y lo demoníaco de una propuesta que siempre se había basado en el puñetazo en los morros, en la apertura en canal y en una no ficción que los hacía únicos. ¿Se pierde algo con el giro que toman los de Chicago? Sí, sin duda. ¿Es suficiente como para hundirlos en la miseria? Claramente no. En su cuarta referencia en largo, y última bajo el abrazo protector de Steve Albini, seguimos teniendo muchos motivos para la celebración.
★★★☆☆
La portada es obra de Malcolm Bucknall, un cuadro llamado Falling Dog con el que completan su tercera colaboración. Un cuadro que contiene parte del tremendismo y la mirada al precipicio que siempre ha sido la música de Jesus Lizard.
Una pintura que, siquiera por el tema, me remite a todo un maestro de la negrura y los sentimientos más turbulentos y profundos. Francisco de Goya y su Perro semihundido, parte de esas Pinturas negras con las que decoró su casa, la Quinta del Sordo, me vienen a la mente a pesar de la luz de una portada que aparte del chucho tiene poco que ver con la obra del aragonés. Aparentemente, claro.
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