Black Moses (Isaac Hayes, 1971)
SOUL/FUNK. Aquí tenemos al dios de lo lúbrico y lo turgente, al que hizo nuestra alma (y nuestras sábanas) mantequilla un par de años antes endosándonos una dosis letal de humanismo y amor platónico. El sexo sigue galopando libre y febril en estos surcos, pero hora y media da para mucho y después de las escenas de cama hay que hablar de otras cosas. Por no aburrirse o por lo que sea, pero hay que hacerlo en cualquier caso.
Y ahí es donde entra este profeta recién bajado del monte Sinaí con las Tablas de la Ley. Su ley. Unas reglas que desarolla en catorce mandamientos profanos en los que el ámense los unos a los otros se da ya por supuesto. Porque esta nueva obra maestra va más allá, más adentro y más profundo. Con un alcance tan sagrado y multifacetado que impactaría de lleno en sus coetáneos inspirando cosas tan irrebatibles como ese Songs in the Key of Life con el que Stevie Wonder nos dejaría con las patas colgando apenas un lustro después.
Así de increíble es la aleación de soul y funk que forja el de Tennessee. Un artesano que domina la composición y los arreglos como nadie y que cuece su música a fuego lento, lentísimo, con la solemnidad que todo ello conlleva. Un rito que se nos revela imperial y adusto, protocolario y brillante. Genuflexiones y golpes en el pecho aparte, esto hay que respetarlo por fuerza. Porque con la religión no se juega.
★★★★☆
Xxx
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