O amor, o sorriso e a flor (João Gilberto, 1960)
BOSSA NOVA. En una gloriosa línea continuista, Gilberto graba la secuela de ese maravilloso Chega de Saudade (1959) con el que se inauguró ese nuevo género que consistía en relajar la samba hasta hacerla una de las cosas más hermosas de este mundo. Pocas novedades nos vamos a encontrar por tanto en una obra que solo cuenta con una canción del genio de Bahía (encima instrumental) y que se limita a enseñar al mundo la grandeza inmaculada de los Jobim, Lyra, Guimarães o Mendonça, plumas y cabezas pensantes del género.
Una falta de innovaciones que no podíamos más que agradecer, sedientos como estábamos de más cuerdas fastuosas, de más meneíto sensual, de más saudade terminal, de todas las características que han hecho de la bossa nova lo que es y que en estos años estaba en proceso de formación y difusión, y por tanto en su forma más pura y sagrada.
Por otra parte, si este disco es realmente importante es porque fue el que dio a conocer al artista y a la bossa nova en los EE.UU., cosa que todos sabemos la importancia que tiene a la hora de alcanzar el impacto global que acabaron alcanzando ambos. Después de esto el interés por estos ritmos se hizo viral, como diríamos ahora, y posibilitó colaboraciones que resultarían clave entre Charlie Byrd y Stan Getz y entre este último y Gilberto, entregando al mundo una de las obras más maravillosas de la historia de la música, Getz/Gilberto (1964). Pura magia que merece un capítulo aparte, pero que tiene su origen en esta maravilla imprescindible para saber de dónde viene todo.
★★★★☆
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