Chega de saudade (João Gilberto, 1959)
BOSSA NOVA. Estamos ante el que el mundo considera primer disco de bossa nova de la historia. Algo que no es tan fácil de discernir al ser la música un organismo vivo y cambiante en el que es difícil identificar la primera manifestación pura de cualquier estilo. Da igual, lo sea o no, el estreno de João Gilberto sienta las bases de demasiadas cosas como para negárselo o para que nos importe.
Gilberto se beneficia del manso fluir de unas partituras que cuentan con un encanto tal que no importa que muchas parezcan a medio acabar, precipitándose hacia el final de una manera encantadoramente prematura. Con su voz y su guitarra hace literalmente lo que le da la gana con ellas. Las lame una y otra vez, las susurra, las acaricia y las paladea como para dejar claro que desde ese momento la suya va a ser la voz de la bossa. Una voz que no puede transmitir más saudade, una voz sonora y dulce como ninguna otra. El secreto mejor guardado de un álbum que no necesitaba mucho más para ser un clásico.
Como compositor, Gilberto estaba todavía entrenándose. Solo encontramos dos canciones suyas en un repertorio dominado por Antônio Carlos Jobim, Vinícius de Moraes o Carlos Lyra. Ahora, como intérprete ya deja claro desde el principio que es inalcanzable. Y no por potencia o rotundidad escénica, sino por tener ese algo que no se puede copiar y que se funde en las canciones hasta hacerlas un género en sí mismas. Por eso, y el tiempo ha dictado sentencia, cuando pensamos en la bossa nova, la voz que nos imaginamos es la del bahiano y no otra. En estas doce canciones está la prueba irrefutable.
★★★★☆
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