HEAVY BLUES. Si el primero ya había sido bueno, este segundo disco iba a ser aún mejor. "Whole Lotta Love" dejaba claro con su síncopa y su riff inmortal que íbamos a adentrarnos en un disco de un nivel mastodóntico. Un disco de rock puro y duro con anclaje en el blues, cómo no, y con momentos oníricos y evanescentes como "Thank You" para dejarnos claro que la paleta de los londinenses era mucho más multicromática de lo que esperábamos.
Una paleta que, tampoco nos volvamos locos, se centraba en lo sexual como nunca y que hacía del riff el santo y seña y la condición sine qua non para entender su música. Ahí están melopeas guitarreras imborrables como la mencionada apertura, "The Lemon Song", "Heartbreaker" o "Ramble On". A esto se le unen cosas más livianas y casi diría que endebles como "Living Loving Maid" o mi menos favorita, "What Is and What Should Never Be". Si redondeamos toda esta mezcolanza con el cierre supremo que conforman "Moby Dick" y "Bring It On Home", podemos entender que estamos ante uno de los pocos discos del combo que se ha acercado a ser una auténtica obra maestra.
Un título, el de obra maestra, que puede quedar lejos del alcance de los álbumes de Led Zeppelin, pero que en este caso importa bien poco. Al fin y al cabo este segundo bocado a su más que interesante discografía se puede considerar su disco más duro, el más contundente y uno de los moldes en los que se basaría el heavy metal para florecer algunos años después. Si eso no es influir y sentar cátedra, no sé ya qué puede serlo. Pero es que además este trabajo, uno de mis favoritos de la banda, es una auténtica gozada de principio a fin. El primero ya era grandioso, pero esto pasa de las jam sessions que parecían armar a su hermano mayor, se deja de tonterías y te da en todos los morros. Con estas credenciales, a ver quién tiene los arrestos de ponerle pegas.
★★★★☆
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