GLAM. The Rise and Fall of Ziggy Stardust & the Spiders from Mars es una monstruosidad. Con todas las letras de su título enjoyado, el mejor disco de David Bowie, el mejor de los 70 y uno de los dos o tres mejores discos de la historia. Con todas sus letras, sí.
Podría haber dado más rodeos, pero no, porque hay muy pocas joyas del calibre de esta obra magna de la música popular. En ella Bowie juega con la creación de esos personajes que tanto juego le dieron y se estrena con Ziggy Stardust, guitarrista medio alienígena, inspirado en Hendrix, insolente, juguetón y sobrenatural. Una segunda piel que le otorgó réditos increíbles y lo encumbró hasta niveles insoportables. Tanto que tuvo que "matar" al personaje al final de la gira del disco.
A veces me pregunto por qué es tan grande este disco y no encuentro una respuesta clara. Algo habrá en su sonido, brillante pero sucio a la vez, atmosférico pero directo como un gancho a la mandíbula. Es rock, pero la brillantina hace que puedas confundirlo con el pop más ligero. Una confusión grave delante de la electricidad radiante y atronadora de "Moonage Dream", "Ziggy Stardust" o "Suffragette City", pruebas incontestables de que esto es rock del duro. Golpes maestros asestados para no morir ahogados por la belleza más ultraterrena, esa que revolotea feroz y pura en joyas como "Five Years", "Starman", "Soul Love", "Lady Stardust" o "Rock 'n' Roll Suicide".
Todo esto me lleva a la palabra "equilibrio", sí quizás ahí resida el secreto de su impacto y su longevidad infinita. En este disco Bowie supo como en ninguno dar con las dosis justas, equilibró las fuerzas contrarias y pudo fusionarlas en lugar de dejar que colisionaran. El resultado es creación por encima de la destrucción, belleza rozándose con el ruído, agresividad disfrazada de las palabras más dulces. Esto es un uno entre un millón, una obra magistral, una obsesión y un estilo de vida. El glam no sería nada sin Ziggy Stardust... y nosotros seríamos mucho peores de lo que somos. A veces me lo pongo y pienso que, no sé, tal vez Dios exista.
Este es un álbum semiconceptual. Al menos en cuanto al personaje que lo narra y lo vive, un Ziggy Stardust descrito como una estrella del rock bisexual y andrógina que hace de mensajero para seres de otro planeta. Un personaje fuertemente basado en mil artistas diferentes, de Vince Taylor a Jimi Hendrix, pasando por Lou Reed, Iggy Pop y hasta, algo más tangencialmente, Jim Morrison.
El primer single fue "Starman" y buena parte de su éxito se debió a la famosa interpretación de la misma en el popular Top of the Pops de la BBC1.
El alter ego que Bowie desarrolló con este disco, una estrella bisexual excesiva y brillante, lo atrapó hasta el punto de que afectaba a su día a día. Llegó a influir en su personalidad y Bowie afirmaba que no podía escapar de su influjo llegando a temer por su cordura.
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