Chill Out (The KLF, 1990)
CHILL OUT/AMBIENT. Con su tercer disco, estos activistas sonoros airean toda una declaración de intenciones acerca del valor universal de la música como artefacto libre, como elemento sonoro contaminado e influido por su entorno y como droga psicotrópica cuya principal finalidad es inducir al trance.
Al menos esto es lo que se deduce de esta pieza que, según el mito, fue grabada del tirón a base de inspiración e insistencia en Trancentral, la sede espiritual del grupo. Una pieza que se divide en diferentes movimientos y que, entre samples de Elvis Presley, Van Halen, Fleetwood Mac, balidos de ovejas o cantos guturales de Tuva, entre otros millones, nos narra un supuesto trayecto por el sureste de los EE.UU.. Un viaje nocturno en el que podemos sentir tanto las curvas como la vibración del aire o el paso de las estrellas fugaces a través del cielo infinito de esas tierras.
Una obra total que da pleno sentido a palabros como ambient y a la par lo aleja de la música de ascensor o de centro comercial con la que se suele asociar el término. Con ese ruido de fondo que notamos ahí, pero que no es capaz de hacernos sentir nada. Todo lo contrario a este trip embriagador y no tan relajante como nos pintan. Una experiencia sónica de dimensiones oceánicas en la que podemos sumergirnos, aunque con cuidado de no dejarnos arrastrar por su atracción salvaje. El riesgo de no volver a tocar tierra es demasiado grande. Y de todas formas Chill Out va a reclamar nuestra atención continuamente durante toda la singladura. Hasta que sin darnos cuenta, y casi diría que sin desearlo, lleguemos a nuestro destino. Cualquiera que este sea.
★★★★☆
La inmensidad de las carreteras sin fin, ese horizonte que no parece acercarse nunca, las imágenes más tópicas y más reales que nos asalten de esa Norteamérica mítica y solitaria se nos van a aparecer una y otra vez mientras escuchamos este disco.
No es extraño. Al fin y al cabo es lo que pretende. Lo raro es que nos lo pinten todo tan bien unos británicos que deberían ser más bien ajenos a todo esto. Pero ya se sabe... No hay mejor cronista que el que viene de fuera.
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