My Beautiful Dark Twisted Fantasy (Kanye West, 2010)
RAP DE FANTASÍA. Kanye West nunca ha sido un eremita precisamente. Por eso, cuando las voces más autorizadas ya anunciaban a bombo y platillo que su nuevo álbum iba a ser un hito del maximalismo, la cosa se ponía como para echarse a temblar. Como detalle, para que nos hagamos una idea, echemos un vistazo a las voces que colaboran en "All of the Lights", posiblemente el tema más rutilante de todos. Ahí podremos escuchar a Drake, John Legend, The-Dream, Alicia Keys, Fergie, Elton John, Ryan Leslie, Charlie Wilson, Tony Williams, La Roux, Alvin Fields, Ken Lewis, Kid Cudi y Rihanna. Gente de enjundia en el rap, el R&B, el pop y alrededores, me dicen. Y si, como yo, no conoces ni a la mitad, da igual, porque el elenco apabulla solo por acumulación.
Toda una declaración de intenciones en el disco que iba a significar su resurrección artística después del retiro autoimpuesto que inició tras su incidente con Taylor Swift en los MTV Awards de 2009. Desde su retiro en Hawái, Yeezy planeó y grabó un álbum en el que no se dejó nada en el tintero. Un canto doliente y eufórico a la vez a la fama y sus consecuencias, al maravilloso paisaje que se otea desde la cima y a los efectos devastadores que sobrevienen al hecho de vivir permanentemente bajo los focos. ¿Y hace esto con un disco intimista y recatado? Para nada. Podría ser lo más coherente, pero Kanye es famoso por destrozar todas las expectativas, así que su renacer discográfico se parece al de un ave fénix. Fuego y estruendo para unas canciones cargadas de barroquismo y una magnificencia superlativa en su intento por emular revoluciones artísticas del nivel de Pet Sounds (The Beach Boys, 1966) o Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band (The Beatles 1967).
No crean ni por un momento que estoy exagerando al compararlo con semejantes cimas de la música popular. Lo que ha construido aquí el gigante de Chicago no es algo menor. Esta revolución, que supuso la inyección que necesitaba para reactivar una carrera que había quedado en coma, no fue solo importante para él. Esta joya con la que se explica como nunca, hasta abrirse en canal, es de una finura y una exuberancia a la que no se puede hacer justicia con palabras. Al menos yo no me veo capaz. Sus capas infinitas, sus cuerdas resonantes, sus samplers de fantasía y sus hooks... Esos ganchos que no había escuchado con tanta calidad y profusión en ningún otro disco, lo hacen una obra inenarrable. Un álbum que necesita más que una simple vida para acabárselo. Así de inmenso y de multicolor es uno de los mejores discos de la década y casi diría que de lo que llevamos del siglo XXI.
★★★★★
Total: 68:36
Kanye tuvo un revés sin precedentes en su carrera imparable cuando decidió interrumpir a Taylor Swift en plena gala de premios de la MTV para decir que su videoclip estaba muy bien, pero que el de Beyoncé era uno de los mejores de la historia. Esto fue en 2009 y a partir de este suceso Lady Gaga canceló el multimillonario tour que iba a iniciar con Yeezy, las cadenas empezaron a vetarle en sus programas y prácticamente se le condenó al ostracismo. Su respuesta fue el exilio por decisión propia. Europa primero y Hawái después fueron los lugares donde se refugió para repensar sus movimientos futuros y su relación con una fama que lo estaba devorando.
De toda esta vorágine surgió este disco, un ajuste cuentas o una disculpa, no lo sé. Lo cierto es que gracias a él, West volvió a la escena con más fuerza que nunca. La enorme cantidad de amigos y artistas que participaron en él describen las sesiones de grabación como maratonianas y perfectamente organizadas. Había un tiempo sagrado para el deporte y la relajación, aunque también se cuenta que Kanye dormía en tandas de noventa minutos para aprovechar el tiempo al máximo. Lo necesitaba, estaba claro. El ensamblaje de esta pieza de relojería requería, no solo de inventiva, sino de horas y dedicación.
También se cuenta que el estudio estaba empapelado con notas en las paredes en las que se espoleaban los ánimos y la autoestima a la vez que se daban instrucciones claras acerca del secretismo y la desconexión con el exterior que requería el llevar el trabajo a buen término. Nada de tweets, nada de contar cualquier cosa que pasara entre esas paredes y la petición de estar enfocados en la tarea al 200 por 100. Si este fue el motivo del resultado que tenemos ante nosotros puede ser algo digno de discusión. Lo único cierto es que, gracias a estas medidas o no, el álbum que salió de esas sesiones ha encontrado su lugar entre los mejores. Cuando eso ocurre, está claro que todo el esfuerzo ha merecido la pena.
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