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jueves, 22 de agosto de 2024

Generación X

Los 90 fueron unos años complicados para la industria musical en los que no encontraba la forma de acomodar un estilo como el rock dentro de la cadena industrial movida por el dinero y los intereses. Ahí no parecía tener cabida hasta que apareció una banda como Nirvana para cambiar las reglas del juego y reventar a la industria desde dentro. El soplo de aire fresco que introdujeron se convirtió en un vendaval que aprovecharon multitud de coetáneos, algunos de los cuales llevaban haciendo música incluso desde antes que los de Kurt Cobain. Una revolución que los críticos se apresuraron en bautizar.

Lo cierto es que el grunge, bastante vilipendiado por los puristas en su momento, englobaba a bandas con estilos bastante variopintos, aunque al angustia existencial y su afición por el rock de otras décadas estaba en el ADN de todas ellas. Por muy discutible que fuera el movimiento no se puede negar que significó una revolución para todo el rock alternativo, el cual a rebufo de la corriente principal, vivió un momento de esplendor como nunca había tenido.

Aparte de este revolcón también seguíamos disfrutando de buen pop y de buenas bandas en todos los estilos, si bien algunas tuvieron que ser reivindicadas a posteriori opacadas por lo que bullía en los bosques de Seattle. 

No obstante, no me gustaría centrar toda la década en el grunge. Hubo muchísimo más y más que interesante. La electrónica bullía con una creatividad imparable, el jazz fusión seguía tan vivo como siempre y el pop, aparte de las menudencias que dominaban las listas, contaba con suficientes argumentos como para seguir confiando. Una década que parecía mirar al pasado después de la ruptura que fueron los 80, pero que no por ello dejó de ofrecer hallazgos que hoy en día se valoran como auténticos clásicos.


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10 Ragged Glory (Neil Young + Crazy Horse, 1990)

Cuando un artista es un mito en vida no hay forma de que el talento se agote. Puede quedar olvidado, enterrado en el polvo de una autocomplacencia casi inevitable, pero siempre va a estar ahí. El Neil Young de los 80 parecía perdido y totalmente hundido. Nada más lejos de la realidad. Ya en 1989 con el fantástico Freedom demostró que había comprendido que lo suyo era el rock voltaico y libérrimo. Y solo unos meses después refrendó la hazaña con un disco aún mejor. (...)


9 OK Computer (Radiohead, 1997)

OK Computer, admirado hasta la idolatría, hasta el fanatismo. Una obsesión para toda una generación. Una obsesión más que merecida para el disco más hipertrofiado de los 90. Entre la hinchazón mediática que lo elevó a los altares desde que salió y la hinchazón emocional por lo que ha significado para tanta gente, es imposible aclararse y hacerse una idea ajustada de lo que es OK Computer y hasta dónde alcanza su autenticidad. (...)

 

8 Spiderland (Slint, 1991)

Slint fue una banda tan efímera como atrayente. Tan solo han dejado un par de discos largos y un EP, pero su influencia ha sido enorme en el rock de finales del siglo XX y principios del XXI. Los de Louisville se han llevado a su terreno a Black Sabbath, Sonic Youth y Gang of Four para crear un sonido oscuro, seco, matemático en sus estructuras y dinámicas. (...)


7 Screamadelica (Primal Scream, 1991)

 "- Just... What is it that you want to do?
- We wanna be free... To do what we wanna do"


Una cuestión inquisitiva con una respuesta dudosa e imprecisa. Un intercambio que condensa el espíritu expansivo de un disco enorme. Así se abre "Loaded", uno de los mejores temas. Un pico en una cordillera llena de ellos. Desde "Movin' on Up" a la narcótica versión de 13th Floor Elevators, "Slip Inside This House"; del himno "Higher than the Sun" a la melopea eterna de "Come Together"; de la ya mencionada "Loaded" al remanso de "Damaged". Son solo unos cuantos apuntes para el viajero psíquico. Mojones en el camino donde detenerse a observar paisajes de especial belleza. (...)

 

6 Rid of Me (PJ Harvey, 1993)

"Lick my legs, I'm on fire, lick my legs of desire"

Así suena el desgarro. El deseo y el orgullo de una fiera que los convencionalismos querrían encerrar bajo siete candados. No había pasado ni un año desde Dry (1992) y PJ Harvey revienta todas las previsiones con una obra maestra de rock crudo como el bistec más sangriento. Este sonido primitivo y sin adulterar viene servido por todo un gourmet como Steve Albini. Un trofeo más a colocar en su vitrina de clásicos irreprochables. (...)


5 Automatic for the People (R.E.M., 1992)

R.E.M. es una banda querida. El gran público la acepta sin problemas. El fan indie la tiene en una estima altísima. Es uno de esos casos extraños en los que la industria y la independencia han entablado una relación fructífera y hasta rentable. No hay duda a estas alturas de la grandeza de esta banda. Tampoco las había en 1992. Tras el (comercialmente) exitoso Out of Time (1991), los de Athens se encontraban en una encrucijada creativa importante. Y eligieron sabiamente, porque si todo lo dicho anteriormente es casi irrefutable, no lo es menos el hecho de que me esté enfrentando a la descripción / valoración de la obra magna de R.E.M.. Un monumento discográfico que impresiona y aterra al más pintado. (...)


4 Grace (Jeff Buckley, 1994)

Pasados los años, resulta casi imposible enfrentarse a este disco con objetividad. Y es que la única obra (si hablamos de LPs) que Jeff Buckley editara en vida, su tótem sagrado, es su gran aportación al canon occidental y a la vez ha tenido una influencia nefasta.

Allá por 1994 el grunge de primera generación daba sus últimos estertores con la muerte de Kurt Cobain. La nueva hornada de rockerillos se limitaba a copiar a las cabezas coronadas del noroeste. Revivalistas de revivalistas. Poquito que llevarse a la oreja, pues. Ahí tuvo que surgir un volcán que se hacía llamar Jeff y estaba ávido por demostrar que era mucho más que el hijo de Tim Buckley. (...)

 

3 In the Aeroplane Over the Sea (Neutral Milk Hotel, 1998)

Sorprendente y euforizante obra maestra de estos norteamericanos apátridas. Desde algún lugar inventado se sacan de la manga un compendio de pop de cámara, espejismos de rock entre cazurro y noise y un folk mágico que no desentonaría en el currículum de Mercury Rev... O quizás sí, ya que estos últimos nunca han alcanzado estas cotas de naturalidad y excelencia. Jeff Mangum lidera un proyecto que surge del trauma que le produjo la lectura tardía del Diario de Anna Frank (1955), inspiración que vuelca en referencias más o menos directas esparcidas por todo el disco. El trauma es más que evidente en el fraseo urgente y a ratos agónico de Mangum, en su rasgueo poseído y en las letras tan mágicas como inextricables. Como inextricable es su sonido, bizarro y cercano con gemas de baja fidelidad que van de los 1:35 a los 8:18 quilates. Al sumergirte en este lago monocromático quedarás atrapado entre aporreos de acústica con sentido, gaitas oceánicas, trompetas a ratos fúnebres y a veces preñadas de euforia fronteriza, y sobre todo, esas letras que causan sensación...

"And one day we will die, and our ashes will fly from the aeroplane over the sea, but for now we are young let us lay in the sun and count every beautiful thing we can see." // "And will she remember me 50 years later, I wished I could save her in some sort of time machine, Know all your enemies, We know who our enemies are" // "I love you Jesus Christ, Jesus Christ I love you, Yes I do". (...)

 

2 Nevermind (Nirvana, 1991)

La historia es bien conocida. La leyenda de Nirvana se sustenta en tres discos sangrantes y brutales cuyo pilar central es este Nevermind, la biblia del rock alternativo, el grial de la autenticidad y la entraña. Su segundo LP iba a dinamitar para siempre los fundamentos de la música y forma de componer de Kurt Cobain, y también las reglas de la industria y el gusto del populacho. Hoy sabemos que esta supernova acabaría por írsele de las manos al rubio de Aberdeen, pero allá por 1991 sólo podíamos babear y flipar ante esta obra maestra ruidosa y adhesiva.

Su debut, Bleach (1989), ya era un señor disco aunque con nulas posibilidades de llegarle al gran público. No deja de ser extraño que alguien en Geffen se fijara en este trío de imagen anárquica y magnética a la vez, aunque me extrañaría que vieran en ellos al gigante mediático que acabaron siendo. En esta multinacional, Cobain contó con el margen justo que necesitaba para superar el amateurismo, para ensanchar horizontes y crear la obra de su vida. Se ha hablado mucho de lo bien que estas canciones conectaron con toda una generación. Unos jóvenes carentes de referentes y que vieron/vimos en el nihilismo desbocado y poético de Kurt una tabla a la que agarrarse. La verdad, tantos años después de su edición, más que por una conexión más o menos sentimental, las canciones hablan por sí solas. (...)


✠✠✠


1 Loveless (My Bloody Valentine, 1991)

Loveless es una obra maestrísima de los 90. Un dechado de gracia en movimiento. Una sacudida interminable. Un disco irrepetible e inalcanzable que supuso el agotamiento de una banda genial. Es curioso porque abres el libreto y no hay apenas información. Tanto misterio solo puede deberse al descuido o a la imposibilidad de glosar el trabajo milimétrico, concienzudo y chinesco de un Kevin Shields desaforado, que lo dio todo en el estudio para parir su magnum opus. Esto es un testamento inabarcable que casi nadie puede aspirar a legar.

Se abre esta joya a martillazo limpio y puro con las guitarras entrechocando contra la solidez férrea de una batería de adamantio. "Only Shallow" es tan prístina y precisa como un reloj suizo. Tan inmisericorde como Atila. El perfecto pórtico que nos adentra por senderos más turbios cargados de estática viciada y salvajemente hermosa. Eso es "Loomer", volatilidad y bruma que se amplifica en el interludio selvático que es "Touched". Tan solo un respiro para volver a volar a lomos de la guitarra planeadora sobre nubes hinchadas por el trémolo en la melodía esbozada pero clara que se va ensuciando en "To Here Knows When". "When You Sleep" golpea sin rodeos sobre un soniquete arrebatador en el que las voces de Kevin y Bilinda se sienten como en casa. Un chute de euforia antes de volver a la selva de los efectos con "I Only Said", donde algún ave mitológica grazna imperial sobre ese colchón de ruido que acaricia a bofetadas.

El resto, pura gloria. "Come In Alone" pone algo de pausa sin perder un ápice de intensidad. "Sometimes" es una delicia derretida que requiere un apartado propio. Un arrebato sonoro escalofriante en su emoción, un sueño imposible, candidata eterna a mejor canción de la historia. Ante tanta intensidad se hacía perentorio un tema de la ligereza de "Blown a Wish". Lo bueno es precisamente cómo esa levedad va enrareciéndose merced a una guitarra prácticamente daliniana. Ese sacarse melodías es-pec-ta-cu-la-res a partir de ruido viscoso es lo que hace a este disco tan impresionante. Y eso es lo que vuelven a hacer en la recta final con la contundencia pop de "What You Want" y el adhesivo eterno de "Soon". No se puede acabar mejor.

Hay discos que parecen haber estado ahí siempre. Obras tan necesarias que se hace imposible pensar cómo viviríamos hoy sin ellas. Forman parte de nuestra vida. Nos han ayudado y nos han inspirado. Y lo mejor de todo es que lo van a seguir haciendo siempre. No se puede volver a sentir el escalofrío de la primera vez, pero el fantasma de ese temblor sigue aterrando y maravillando. Como el primer día.

 

AÑO A AÑO

1990

5 Repeater (Fugazi)

Repeater es el debut en largo de Fugazi propiamente dicho. Antes de este se habían limitado a tres EPs que, eso sí, ya daban buena cuenta de la furia contenida de los de Washington D.C.. Tres EPs que eran más una prolongación del entrenamiento al que Ian MacKaye y Guy Picciotto se habían sometido en sus bandas anteriores que una auténtica ruptura. (...)

4 Violator (Depeche Mode)

Depeche Mode necesitaban un golpe de timón que los encumbrara definitivamente como los reyes del tecno-pop gótico. Si no había habido suficiente entronización con el masivo 101 (1989), directo de directos, Violator surgió cuando muchos otros tendrían más que agotado el pozo de la inspiración. (...)

3 Ritual de lo Habitual (Jane's Addiction)

Jane's Addiction, esa droga dura que me llegó junto a sus coetáneos, los Pixies. No es que tengan mucho que ver más allá de su visión desviada del rock alternativo como materia para modelar el arte. Quizás estén relacionados en sus curiosos y sugerentes artworks, su originalidad melódica y su intensidad. Y en este disco también en ese español roto que usaran los de Boston y que aquí sirve a los angelinos para titularlo y para darle entrada con esa chica que suelta esas vergonzantes y geniales frases: "señores y señoras, nosotros tenemos más influenssia en sus hijos que tú tiene, pero los queremos. Creado y regalo de Los Ángeles, ¡Guana's Adicsiónnnnn!". Toda una declaración de intenciones, de verdad descarnada. (...)

2 Behaviour (Pet Shop Boys)

Su obra maestra absoluta. Redoblan esfuerzos y afilan plumas para entregar un disco completo, variado y eterno. Electrónica melancólica y de melodías infalibles que consigue llegar a lo más profundo de nuestro ser. Aquí no se centran tanto en el baile, aunque pelotazos bailables los hay, por supuesto, sino que fabrican una nueva belleza que ni siquiera los más optimistas creían posible. (...)

1 Ragged Glory (Neil Young + Crazy Horse)

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1991

5 Blue Lines (Massive Attack)

Con su debut los de Bristol sorprendieron al mundo entero con una sabiduría musical impactante conjugada con su maravillosa intuición mezcladora. De sus mentes sacaron este batiburrillo tremebundo entre lo tecnológico, lo callejero y lo sedoso. Usaron samplers e incunables de pelaje diverso y profundo color negro para llegar a esta obra definitiva de eso que los 90 elevarían a la categoría de arte: el pastiche. (...)

4 Spiderland (Slint)

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3 Screamadelica (Primal Scream)

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2 Nevermind (Nirvana)

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1 Loveless (My Bloody Valentine)

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1992

5 Selected Ambient Works 85-92 (Aphex Twin)

Sin rubor ni deuda alguna, Richard David James, entrega un debut sobrecogedor que dinamita los cimientos de la electrónica. Aunque hoy pudiera sonar algo ajado y casi vintage (que tampoco tanto), nada empaña el lustre que destellan los sonidos invertebrados, musculosos y adhesivos de este álbum. Teclados y sintetizadores que construyen melopeas y ritmos cerebrales y oceánicos, nubes de helio y vapores expansivos que surgen de alguna idea mínima para explayarse en tu subconsciente. Nos enfrentamos a hora y cuarto de sonido virgen y rugoso. Un invento de arte mayor para oídos avezados y no tanto. (...)

4 The Chronic (Dr. Dre)

Dr. Dre empezó a ganarse su reputación de productor fino ya en sus inicios con N.W.A., aunque es en este disco donde provoca todo un cataclismo en el mundo del hip hop colocándose en lo más alto del pedestal. No sólo produce como dios, sino que su gusto musical y su instinto con las bases le hacen crear un auténtico clásico del género. Un disco en el que todo el mundo empezó a mirarse para comparar su trabajo. Y se puede decir que a día de hoy siguen haciéndolo. (...)

3 Slanted and Enchanted (Pavement)

Slanted and Enchanted engrosa el dúo de obras maestras con las que se estrenó Pavement a principios de los 90 para darle un revolcón a eso del indie rock, no desde la perspectiva árida del grunge, sino desde una visión más abierta entre los Pixies y los grandes hacedores de los 60 y 70, ya fueran estos los Beach Boys o Frank Zappa. Una brisa fresquísima que trataba a la melodía como algo casi alienígena pero con el gancho suficiente como para que el ruido con el que trabajaban se volviera totalmente adictivo.

2 Rage Against the Machine (Rage Against the Machine)

Menuda bomba de relojería se prepararon los angelinos para estrenarse. Y no las tenían todas consigo. Vale, su propuesta era novedosa y eso ya valía su peso en oro. Su sonido era el producto de una maquinaria apabullante y su actitud era indiscutible. Pero como digo, no las tenían todas consigo. (...)

1 Automatic for the People (R.E.M.)

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1993

5 There Is No-One What Will Take Care of You (Palace Brothers)

Esta es la primera obra larga del gran Will Oldham. Su estreno en serio que iba a suponer una primera piedra de dimensiones bíblicas sobre la que construir la catedral de su discografía. Aquí Oldham muestra las claves de su estilo. Esas que le llevan a construir sus canciones a partir de trozos, migajas a veces, de ese canon insondable que es la música norteamericana de raíz. Lo que impresiona es cómo consigue crear los monumentos que preñan este disco con esos harapos desolados. (...)

4 Gentlemen (The Afghan Whigs)

En su tercer disco, los de Cincinatti plantan la bandera orgullosos para proclamar a los cuatro vientos la dimensión pavorosa de sus conquistas. Pavorosa como la entrega de un Greg Dulli, que exprime su alma hasta la última gota en un micro cubierto de esputos y sangre. Por eso será que muchos llaman a su música soul. Soul inflamado, soul en llamas, soul de carnes abiertas y soul eléctrico como una bobina de Tesla. (...)

3 Debut (Björk)

Después de su pasado juguetón con los Sugarcubes, Björk se convierte con este disco en musa de la posmodernidad. Debut (1993) es un disco cuidado hasta el último detalle, un disco del que se debió sentir orgullosa la islandesa desde que lo creó. Eso me sugiere su título, un interés profundo en recalcar que aquí empezaba todo, como si quisiera borrar, no solo su carrera anterior con todos los grupos en los que se fogueó, sino también su primer intento en solitario real. Me refiero a ese infantil Björk Guðmundsdóttir (1977) que publicó siendo todavía una niña. (...)

2 In Utero (Nirvana)

Los momentos terminales de Cobain se tradujeron en agonía eléctrica, baterías apocalípticas y letras amargas hasta la extenuación. Su disco más duro y oscuro, aun conservando y ampliando la brisa melódica que inaugurara Nevermind. Su última referencia antes de la tragedia es un testamento desolador, doloroso en su abrasión y muy difícil de continuar. Un callejón sin salida. (...)

1 Rid of Me (PJ Harvey)

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1994

5 Live Through This (Hole)

El segundo fue el definitivo, la obra magna de un grupo que no estaba pensado para durar. Espoleados por el éxito sin precedentes de Nirvana, Courtney Love y los suyos graban un álbum que roza la inmortalidad. El secreto está sin duda en el atractivo de unas composiciones irrepetibles, pero sobre todo en el desgarro interpretativo de una Courtney que nunca ha sonado más expresiva y urgente, más desesperada y aniquiladora. Las malas lenguas enseguida dijeron que el disco era tan bueno que no podía ser obra de Love y los suyos. Los rumores llegaban a asegurar que Kurt Cobain, pareja de la cantante por aquel entonces, había escrito buena parte del disco. En cualquier caso, no cabe duda de que estamos ante uno de los grandes álbumes del grunge y sus aledaños. (...)

4 Ill Communication (Beastie Boys)

El cuarto es el mejor disco de los Beastie Boys. He dicho. Y sé que puede ser una afirmación problemática habida cuenta de las adhesiones fanáticas que tienen Licensed to Ill (1986) y Paul's Boutique (1989). Estos son muy buenos discos, pero Ill Communication me ofrece ese algo más que a los otros les faltaba. (...)

3 Dummy (Portishead)

Tres años después de que Massive Attack reventaran el panorama con Blue Lines (1991), Portishead se destapan con otra obra maestra de ese género brumoso, denso y sedoso que alguien bautizó como trip hop. Desde Bristol, cuna del estilo, comparten postulados con coetáneos como los mencionados o el arcángel de la noche, Tricky. (...)

2 Talking Timbuktu (Ali Farka Touré & Ry Cooder)

(...) Como el viaje iniciático de Marlow en el relato de Conrad, Ry Cooder se embarcó en este proyecto ambicioso y con sustancia en una singladura inversa hacia los orígenes del blues y otras músicas de raíz. Si Marlow fue en busca de su condena y su salvación río Congo arriba, Cooder tenía que atravesar el Atlántico porque las células madre del blues no están en otro sitio que en África, en las orillas del Níger, en Malí. Y sin duda uno de sus mayores exponentes (o el mayor) es, fue, será Ali Farka Touré. La colaboración no podía ser más que jugosa, y así fue. Touré despliega sus habituales habilidades como griot, la voz de generaciones de malís pertenecientes a tan noble casta, y nos somete a una sesión de hipnosis donde la polirritmia, los arabescos a las cuerdas y la voz telúrica mandan su claro y devastador mensaje. Mensaje que el misterio de un idioma ignoto para mí y la repetición paciente y minuciosa, mántrica, no hacen más que convertir en un alud que baña mis neuronas sin comprender de qué trata. Eso es África. (...)

1 Grace (Jeff Buckley)

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1995

5 Washing Machine (Sonic Youth)

Que Experimental Jet Set Trash and No Star (1994) tiene valor, podemos apreciarlo un año después con la edición de otra de las obras magnas de Sonic Youth. El disco anterior sirvió para tomar carrerilla y lanzarse a la gestación de un proyecto que puede rivalizar con las glorias del pasado. (...)

4 To Bring You My Love (PJ Harvey)

Para su cuarto disco contando su colección de demos para Rid of Me (1993), del que es la auténtica continuación, Polly Jean se viste de seda y trata de dar una vuelta a la Julieta de Zeffirelli según la óptica pesadillesca de David Lynch. En otras palabras, en un intento de reinvención, nuestra heroína se vuelve más lírica sin perder un ápice de su furiosa libertad artística. (...)

3 Different Class (Pulp)

La obra clave de Pulp es un trabajo magistral donde el grupo y su líder, Jarvis Cocker, florecen en plenitud. La esencia del disco se encuentra concentrada en la maravilla de "Common People", himno desatado que se tira más de cinco minutos reventando entre florestas estroboscópicas que no dejan de subyugar. El error viene al creer que es lo único que puede ofrecer un disco elegante, fiestero y con un glamour muy especial. (...)

2 Tilt (Scott Walker)

El giro se materializa. Tilt culmina la huída que Scott Walker esbozara con ese Scott 4 allá por 1969 y estructurara con ese carnoso Climate of Hunter (1983). En Tilt se extreman los sonidos, se escarpan las rugosidades y los juegos líricos. Más que un disco, es una obra de arte libre, una creación musical en la que se sueltan los corsés de todo tipo. (...)

1 Maxinquaye (Tricky)

No entiendo por qué Tricky aborrece la etiqueta de trip hop para su música. Está claro que este disco te invita al viaje. Si aceptas te la juegas, porque no es un viaje de placer, sino una travesía por estancias asfixiantes con algún rayo de luz que se cuela por sus estrechas rendijas. Agotador, adictivo, exuberante y atenazante a partes iguales. Experiencia sónica y psíquica imprescindible en cualquier colección seria.

 

1996

5 #3 (Ce n'est pas perdu pour tout le monde) (Diabologum)

(...) Diabologum se olvidan de la melodía (cantada al menos) y con ello se dan de bruces con un estilo propio que, ay, moriría aquí. Después resucitaría con potencia ilimitada en proyectos posteriores. Michel Cloup en Experience y Arnaud Michniak en Programme, pero en lo que atañe al primer proyecto del dúo, quedaría enterrado casi al nacer con la que es su indudable obra maestra. (...)

4 Endtroducing..... (DJ Shadow)

El pasado hiphopero de Josh Davis aparece por todos los repliegues de su debut. También su gusto por la música orgánica, de corte humano, de artistas e instrumentos. Son dos datos básicos para entender lo que suena en esta obra maestra de la electrónica, un auténtico trabajo artesanal de sampledelia con acabados de lujo. (...)

3 Roots (Sepultura)

Doloroso y adictivo a la vez. Se atreven a experimentar y les sale su criatura más perfecta, si es que esta palabra tiene alguna utilidad para describir a estos brasileños. Roots muestra un afán por domeñar y filtrar la perfección del caos: tormentas de feedback puro y ruido blanco, percusiones tribales, actitud hardcore y recitados animales emparentados con el rap. En su "Electric Ladyland" particular apenas hay riffs metálicos clásicos, sino atmósferas vegetales cargadas de estática. (...)

2 If You're Feeling Sinister (Belle and Sebastian)

If You're Feeling Sinister es una cumbre para Belle & Sebastian. La más alta. Un disco que es como un cuento precioso con los dibujos en su sitio, brillando y estallando en mil colores, y lleno de palabras refulgentes en una pieza de orfebrería literaria incomparable en el mundo del pop. (...)

1 Music From the Unrealized Film Script, Dusk at Cubist Castle (The Olivia Tremor Control)

El estreno en largo del cuarteto afincado en Athens ya anuncia todo un movimiento. La psicodelia según el libro de estilo de the Beatles y the Beach Boys explosiona en un caleidoscopio multicolor entre capas infinitas de sonidos irreales y de un surrealismo lírico único e inasible. Olivia Tremor Control consiguen lo imposible a base de conjurar la música más prístina a partir de un mosaico plagado de las teselas más turbias en las que podamos pensar. (...)

 

1997

5 Either/Or (Elliott Smith)

Poeta, genio maldecido por la tragedia, etiquetas tópicas, pesadas, tontas, que no ayudan ni describen. Más bien generan un sambenito insoportable para un artistazo que lo es por derecho propio. Pero claro, a nosotros nos gusta la carnaza, el morbo y la desolación. Lo admito, hay mucho de esto también aquí, en estas palabras y en este disco. (...)

4 Static Age (Misfits)

Los Misfits primigenios fueron los mejores. Aquí está la prueba. En estas grabaciones de 1978 se conserva en formol la actitud irreverente y el amor por el rock de los 50. Intacto. Como en una cápsula del tiempo se puede revisitar una y otra vez un momento irrepetible de la historia oculta del rock norteamericano. (...)

3 Buena Vista Social Club (Buena Vista Social Club)

Proyecto personal de Ry Cooder que rescata y pone en valor todo un tesoro olvidado de la música cubana. A algunos puede que les escueza pero tuvo que llegar un gringo, californiano para más señas, para descubrirnos a todo un elenco de artistazos que parecía haberse tragado la tierra y que demuestran aquí que todavía tenían mucho que decir. (...)

2 Ladies and Gentlemen We Are Floating in Space (Spiritualized)

Y aquí se solidifica todo. Todo cobra sentido en la obra magna de Jason Pierce. Todas las drogas que tomara con Spacemen 3 y que tampoco es que hubiera dejado precisamente, todas las enseñanzas del mejor proto-punk, todo su amor por la música negra, todo un eclecticismo que le permite teñir el pop de trascendencia y bañar el rock de sutileza... Todo, absolutamente todo, cobra forma en uno de los discos capitales del cambio de milenio. Su importancia y su estatus sólo pueden entenderse al lado de joyas como OK Computer (Radiohead, 1997) o Yankee Hotel Foxtrot (Wilco, 2002). (...)

1 OK Computer (Radiohead)

OK Computer, admirado hasta la idolatría, hasta el fanatismo. Una obsesión para toda una generación. Una obsesión más que merecida para el disco más hipertrofiado de los 90. Entre la hinchazón mediática que lo elevó a los altares desde que salió y la hinchazón emocional por lo que ha significado para tanta gente, es imposible aclararse y hacerse una idea ajustada de lo que es OK Computer y hasta dónde alcanza su autenticidad. (...)

 

1998

5 This Is Hardcore (Pulp)

Llegó el momento de quitarse la careta. Cuando el pop se vuelve algo demasiado frívolo para explicar las cosas debe mutar en algo más serio, más duro y más castigador. Así de claro lo debieron tener los de Jarvis Cocker para modelar esta oda al deseo malsano, este ataque a la hipocresía y a la industria. Con la ironía en stand-by se aplican en el porno salvaje de las verdades arrojadas a la cara. La poesía de Pulp nunca ha sonado tan díscola ni tan eficaz. Un disco decadente para amar lo que siempre hemos temido más. (...)

4 XO (Elliott Smith)

Y en estas seguimos. Auténticos voyeurs de la carnicería. Sin inmutarnos, con nuestro rictus de indiferencia perfectamente ensayado. Preparados para disfrutar de una nueva confesión a media luz, en blanco y negro, con los párpados a media asta. Así se entrena uno para enfrentarse a una nueva obra maestra donde la desolación y la condena marcan el ritmo. Un disco lleno de resquicios por los que la luz trata de entrar. Trata, porque lo cierto es que le cuesta horrores iluminar apenas algún rincón perdido. (...)

3 Deserter's Songs (Mercury Rev)

El inicio de su etapa onírica, de eso que llamaron americana cósmica encuentra en este disco su expresión más pura, sentida y perfecta. Dulzura infinita que no chirría entre instrumentos de cuento y algún pasaje encabritado que sella un momento que fue una celebración de lo que significa hacer música. Impagable.

2 Car Wheels On a Gravel Road (Lucinda Williams)

Lucinda Williams la lió a base de bien con su quinto álbum. Se llevó un grammy, fue nominada a mejor vocalista femenina del año, alcanzó por primera vez el disco de oro por sus ventas y el disco fue considerado el mejor del año para The Village Voice. Un aluvión de parabienes que apenas pueden hacer justicia a la obra cumbre de la Williams. Este fue el punto en el que todo iba a cambiar para la cantautora. A partir de aquí le esperaba el estrellato en esto del country alternativo, donde aún hoy sigue siendo el faro donde se miran todos los que quieren hacer del country algo respetable, poético, profundo y a la vez sonar relevante, actual y con el filo inimitable de esa voz imposible de tasar. Sí, Lucinda Williams es muy especial y en gran parte lo es por este Car Wheels On a Gravel Road. (...)

1 In the Aeroplane Over the Sea (Neutral Milk Hotel)

(Ver arriba).

 

1999

5 Slow Riot for New Zero Kanada [EP] (Godspeed You Black Emperor!)

Esta es la segunda referencia del conglomerado canadiense que por la época todavía se llamaba Godspeed You Black Emperor!. Un EP en el que todo parece funcionar especialmente bien, desde la sensación de abarcabilidad que da el formato corto, hasta el misterio de no poner casi por ningún lado ni título ni nombre del grupo. Desde el mensaje en hebreo de su portada ("sin forma y vacío"), hasta el hecho de que la caja del CD se abra al revés, siguiendo el orden de lectura en dicho idioma. (...)

4 Drag Queens in Limousines (Mary Gauthier)

Su segundo arañazo ya ofrece mimbres magistrales. Country de apariencia dulce y corazón pedregoso amparado en guitarra acústica, teclados y la voz expresiva de nuestra protagonista. Sencillo, melódico hasta el tuétano y enorme en las distancias cortas.

3 The Fidelity Wars (Hefner)

¿Indie rock? ¿Twee pop? Es inútil perderse en etiquetas vistosas y huecas que traten de explicar las maravillas pop de Darren Hayman y los suyos. Su arte contiene ese algo ignoto que solo los genios más absolutos y más esquivos han tenido. Eso que bullía en las mentes de gente como Brian Wilson o Syd Barrett. Un componente oscuro que solo comprenderían almas gemelas como David Berman (Silver Jews) o David Tattersall (The Wave Pictures). Una capacidad poética muy por encima de la media y una sensibilidad melódica que les hace capaces de triunfar con su mezcla entre el dulce pesimismo de Belle & Sebastian y el empuje poderoso de todo un Elvis Costello. (...)

2 The Soft Bulletin (The Flaming Lips)

Este disco marca uno de esos momentos cruciales para la banda y casi diría que para la historia. Los Flaming Lips, adustos alumnos de la psicodelia más arquetípica, hijos de los 60 y 70, y constructores de melodías ácidas a base de guitarras a tutiplén, dan un giro copernicano a su música con este disco mágico. Su rock psicodélico de repente se convirtió en neopsicodelia. ¡Y futurista además! Algo con lo que pocos contaban, ninguno en realidad. (...)

1 69 Love Songs (The Magnetic Fields)

Stephin Merritt es un puto genio. Y esta es la prueba fehaciente de esa genialidad que se suele regalar con demasiada ligereza. Esta vez no es así. Si no es tan conocido como otros supuestos héroes contemporáneos se debe a la eterna injusticia que asola nuestro mundo. Esa que reduce a cenizas todo lo que se idea a espaldas del mercantilismo inerte y vacuo. (...)

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