domingo, 21 de diciembre de 2025

Moviendo ficha y ajustando las cuentas

Together Through Life (Bob Dylan, 2009) 

ROCK. Dylan sigue en sus trece. Sigue empecinado en revivir el sonido dorado de las grabaciones de los 50 y 60. Algo que importa a muy pocos hoy en día, pero que, para los que lo valoramos, vale su peso en oro. Así, sin dudarlo, vuelve a revolcarse en ese blues rock que escarba en las raíces más profundas y los terrones más removidos de esa fértil tierra que es la tradición norteamericana.

Together Through Life habla de lo que dice el título, del paso por este mundo y de la impronta que dejamos. Y de lo importante que es hacerlo acompañado por la(s) persona(s) adecuadas. En definitiva, del amor, el desgaste, los años... Las obsesiones de un Dylan postrero que sigue empecinado en perdurar, que sigue indomable en esa "Gira interminable" con la que parece querer rozar el infinito.

Puede que a muchos esto les parezca lo mismo de siempre, nada que destacar ni a lo que dedicar nuestro tiempo. Obviamente, en mi opinión, se equivocan de pleno. Esto es blues rock ácido del de siempre tocado como nunca. Aquí hay ganas, hay inspiración y hay cosas que decir. Y claro, cualquiera con las orejas en su sitio acaba viéndolo claro. Sin llegar a las cotas alcanzadas por las joyas que inauguraron esta etapa de madurez, el viejo se merienda de un bocado a la mitad de las propuestas actuales con ciertas pretensiones en el terreno de la tradición. Y de la electricidad si me apuran.

★★★☆☆

1 Beyond Here Lies Nothin' 3:50
2 Life Is Hard 3:39
3 My Wife's Home Town 4:15
4 If You Ever Go to Houston 5:48
5 Forgetful Heart 3:41
6 Jolene 3:50
7 This Dream of You 5:50
8 Shake Shake Mama 3:36
9 I Feel a Change Comin' On 5:25
10 It's All Good 5:27

Total: 45:21 

En cuanto al envoltorio, Bob sigue con su nostalgia por los viejos tiempos. Algo que conecta con el sonido, la producción y los instrumentos empleados en un álbum que no parece tener nada que ver con nuestros tiempos asesinos.

 

La foto de Bruce Davidson, tomada en 1958, así nos lo recuerda haciendo que no haga falta poner el disco a girar para empaparnos de su ambiente. Un nuevo triunfo en una obra que, aun siendo de continuidad, acaba quedándose en disco de transición. Jugoso, pero no esencial en el catálogo del de Duluth. La muy necesaria clase media. 

sábado, 20 de diciembre de 2025

Polvo de hadas

Deltoya (Extremoduro, 1992)

ROCK TRANSGRESIVO. El segundo disco supone un avance más que notable, sobre todo, en términos de producción. Sin ser mejores que las de su estreno, las canciones muestran una mayor madurez lírica e instrumental, además de contar con colaboraciones estelares como la guitarra de Salvador (Banzai) en "De acero" y "Relación convencional". Algo que redondea un resultado más profesional y abre un futuro prometedor para los extremeños.

El ejemplo perfecto de esta progresión lo encontramos en la canción titular, quizás el tema más emblemático del álbum. Un medio tiempo sangrante que arranca con un ritmo que casi podríamos equiparar al floreciente grunge de la época. Con una diferencia, claro, y es que Robe no está para torturas emocionales gratuitas y la falta de afectación con la que ataca al tema lo hacen, sin lugar a dudas, uno de los mejores que hayan grabado nunca.

Señas de identidad que ahora nos parecen muy obvias, pero que en la época sorprendieron y ayudaron a estabilizar unas expectativas que acabarían explotando en pocos años hasta convertir a Extremoduro en la banda más exitosa en ese espacio indefinido entre lo underground y lo minoritariamente masivo. Algo que por mi parte no acababa de entender, pero que con este disco me ha quedado muy claro. Te gustarán más o menos, pero todo lo bueno que les haya pasado ha sido más que merecido. 

Eso no me impide señalar que, en mi opinión, estamos ante un disco tan contundente como irregular y al que le sobran algunos minutos. Siempre me he preguntado cuánto subiría mi apreciación del mismo si hubiera acabado con los acordes finales de "Ama, ama, ama y ensancha el alma". Tonterías mías, es posible, pero que cobran sentido cada vez que lo pongo a girar.

★★★☆☆

1 Sol de invierno 4:41
2 De acero 3:48
3 Última generación 2:55
4 Lucha contigo (Hoy quiero ganar una batalla sólo una pa empezar) 4:02
5 Con un latido del reloj 3:42
6 Bulerías de la sangre caliente (Polla dura no cree en Dios) 3:46
7 Deltoya 5:45
8 Relación convencional 3:00
9 Volando solo 3:18
10 Ama, ama, ama y ensancha el alma 2:31
11 Papel secante 4:52
12 Estado policial (Un "madero", mil lapiceros) 4:05

Total: 46:25 

Camino de perfección

Lux (Rosalía, 2025)

 

ART POP & FLAMENCO. Rosalía se plantea este álbum como el de la revelación, el de la oveja descarriada que por fin ha visto la luz. Por ello, se nos sitúa fuera de este mundo, al margen del caos y el vendaval de los tiempos. En una maniobra sorprendente y discutida por muchos por las diversas contradicciones que podemos encontrar entre la espiritualidad y lo económico. Esto último en unas dimensiones absolutamente masivas. Estamos hablando de unos gastos promocionales solo superados por unas ganancias astronómicas directamente conectadas a unos precios prohibitivos si quieres ver a la artista en directo.

Algo que genera controversia, pero que no es nuevo. Ya lo hemos visto en numerosas ocasiones, como cuando discutíamos el abrazo a lo étnico por parte de un Paul Simon que con Graceland (1986) rompió la banca. O en esos Rage Against the Machine que también ganaron lo suyo —si bien mucho menos— mientras despotricaban contra el capitalismo. Una acusación que no comparto de ninguna manera, y menos aún en unos tiempos en los que la exposición pública de artistas y anónimos por voluntad propia está a la orden del día. Rosalía tiene el derecho a sentirse como le toque y a tener la espiritualidad a flor de piel, cantarle a eso y venderlo sin tener que sentirse culpable por ello. Máxime cuando la calidad de lo que propone se sale del parchís, como ocurre con una obra tan bien hilada, tan bien rematada y tan brillante como este álbum.

Y es que Lux es un disco que parece pensado al detalle. En sus cuatro movimientos podemos apreciar una evolución fluida y cristalina. Desde el ajuste de cuentas con el pasado a la escenificación imaginaria de la muerte de la propia artista. Una narración coherente y bien cohesionada a partir de una imaginería religiosa que trata de congraciar lo humano con lo divino, a Bowie y Enrique Morente, dejando claro, eso sí, que son prácticamente irreconciliables. Hay que decidirse entre la tierra y el cielo y yo he elegido el segundo, parece decirnos.

Además, aparte del concepto temático, esta sugerente narrativa se beneficia del eclecticismo sónico de rigor. La barcelonesa siempre se ha caracterizado por especiar sus trabajos con mil olores y sabores, pero aquí hay una cierta contención y un equilibrio que no encontraba en ese chorreo infinito que fue Motomami (2022). Unas formas que riman con lo sacro, pero también con lo ultramoderno, ambientes opuestos en los que Lux parece respirar sin esfuerzo alguno. Flamenco, art pop, trap y música clásica para tratar de explicar el revoltijo emocional y espiritual que bulle en una artista que parece querer dar la espalda al mundo material. Y sí, sabemos que toda esta maniobra tiene mucho de contradictorio, pero está tan bien pensada, tan bien ejecutada, que nada puede importarnos menos.

★★★★☆

Mov I
1 Sexo, violencia y llantas 2:20
2 Reliquia 3:50
3 Divinize 4:03
4 Porcelana 4:08
5 Mio Cristo piange diamanti 4:29

Mov II
6 Berghain 2:58 feat. Björk & Yves Tumor
7 La perla 3:15 feat. Yahritza y su Esencia
8 Mundo nuevo 2:20
9 De madrugá 1:44

Mov III
10 Dios es un stalker 2:10
11 La yugular 4:18
12 Sauvignon blanc 2:42

Mov IV
13 La rumba del perdón 4:11 feat. Estrella Morente & Sílvia Pérez Cruz
14 Memória 3:45 feat. Carminho
15 Magnolias 3:14

Total: 49:27 

viernes, 19 de diciembre de 2025

Todo irá bien

Léo Ferré [Album blanc] [L'été 68] (Léo Ferré, 1969)

CHANSON. Llegamos al decimoctavo álbum de Léo Ferré, uno más en ese proceso perenne de consagración de un artista que ya lo era todo en la música francesa, pero que todavía tenía cosas que demostrar. Uno de los trabajos más melancólicos y otoñales del monegasco. Una obra en la que pasa con facilidad pasmosa de lo político, con el mayo del 68 como telón de fondo, a lo personal, con un sentido homenaje a su chimpancé, Pépée, muerto recientemente.

Un álbum muy lírico tanto en letras como en música, con un dominio claro del piano y la orquesta, que vuelve a cerrar una etapa en la música de Ferré. Con él decía adiós a la chanson más engalanada y romántica para iniciar lo que de alguna forma anuncia con la última canción, "Comme une fille": una inmersión en el pop rock, en lo eléctrico, en el acompañamiento orgánico y moderno de una banda, el cual sería la tónica en sus próximos trabajos, empezando por ese doble disparo a la conciencia que fue Amour anarchie (1970).

Aquí, como digo, el componente político y social sigue siendo un sustrato abundante y rico, aunque desde una perspectiva que se aleja de la euforia revolucionaria para abrazar una especie de ternura herida, de lucidez amarga, fruto quizás de la resaca emocional de mayo del 68, que envuelve la atmósfera de estas canciones. Un álbum en el que Ferré se posiciona sin dudas ni medias tintas, pero, ya se ve en su portada, con un tono más crepuscular que incendiario.

Todo esto deja, para mí, un disco hermoso pero algo titubeante. Un álbum que, con todas sus buenas intenciones, no consigue contagiar las buenas formas de temas como "La nuit" o "À toi" al resto de un elenco correcto y emotivo, pero que ni va a volarte la cabeza ni a prender en llamas tu corazón.

★★★☆☆

A1 La nuit 4:18
A2 Madame la misère 2:26
A3 Pépée 4:30
A4 L'été 68 2:57
A5 L'idole 4:10
B1 Le testament 4:08
B2 C'est extra 3:46
B3 Les anarchistes 3:09
B4 A toi 4:19
B5 Comme une fille 2:21

Total: 36:04 

miércoles, 17 de diciembre de 2025

¡Paganismo o muerte! 🌷

 

Título: La consagración de la primavera

 Título original: Le Sacre du printemps

Autor: Igor Stravinsky

Año de composición: 1913

Género: Clásica moderna / Ballet
  

Grabaciones de referencia:

  • Le sacre du printemps (Philharmonic-Symphony Orchestra of New York / Igor Stravinsky, 1940) ★★★
  • Le sacre du printemps (New York Philharmonic / Leonard Bernstein, 1958)   
  • Stravinsky Conducts Le sacre du printemps (Igor Stravinsky / Columbia Symphony Orchestra, 1961) ★★★ 

   

29 de mayo de 1913. Teatro de los Campos Elíseos en París. Poco se imaginaban los asistentes lo que les aguardaba en el estreno de la última composición de Igor Stravinsky. Se trataba de la música para un ballet que iba a ser presentado por la compañía de Serguéi Diáguilev con coreografía del mítico Vaslav Nijinsky. Una partitura y una escenografía que, para el público, iban a suponer el volteo de toda idea que tuvieran sobre la música y, para la historia, un viaje hacia un futuro que no sé si hemos alcanzado —o alcanzaremos— alguna vez.

Está claro que las rupturas nunca se han producido con suavidad. Por eso, lo que ofrecía Stravinsky no era un plato de fácil paladeo ni mucho menos de digestión ligera. De ahí que, aunque ahora nos cueste entenderlo, el público reaccionara aquella noche como lo hizo: con gritos y abucheos que generaron un ambiente que degeneró en una hostilidad que rayaba la violencia física. Una turba casi enloquecida que hizo muy difícil seguir a la orquesta y que obligó a Stravinsky a abandonar el teatro visiblemente enfadado. Pero una atmósfera que también ha contribuido de manera decisiva a señalar el momento de este estreno como aquel en el que la música entraba con paso decidido en la modernidad. Un cambio de época que quedó marcado para siempre en esta partitura.

Un rito de paso que cobra sentido cada vez que escuchamos una obra que nunca va a ser para todo el mundo. Una pieza visceral y primitiva que evoca rituales paganos de la Rusia arcaica vinculados a la llegada de la primavera. Capaz de ser también emocional y sutil cuando tiene que serlo, pero ante todo una pieza brutal en toda la extensión del término. Una obra plagada de estacatos, cortes abruptos, cambios de ritmo y de dinámica absolutamente radicales, construida a partir de células rítmicas breves y métricas cambiantes. Todo un festín sonoro para el que se deje llevar por la vorágine, pero también una pesadilla para quien busque asideros melódicos claros y estructuras repetitivas de efecto calmante.

Estas son las características que hacen de La consagración de la primavera una de las obras fundacionales a partir de las cuales se ha generado buena parte de la música moderna y contemporánea, influyendo también en estilos populares como la electrónica, el rock progresivo, el metal y toda la música experimental en cualquiera de sus pieles. Y para sumergirse en ella, contamos con infinidad de grabaciones muy diferentes entre sí.

Por mi parte me he centrado en tres de las versiones más aclamadas —y a veces polémicas—, como son las dirigidas por el propio Stravinsky con la Filarmónica de Nueva York en 1940 y con la Columbia Symphony Orchestra en 1960, por un lado, y la que dirigió Leonard Bernstein con la mencionada Filarmónica neoyorquina en 1958. Aproximaciones distintas e igualmente fascinantes.

Siguiendo un orden cronológico, la versión dirigida por el propio Stravinsky con la Filarmónica de Nueva York en 1940 me parece muy interesante desde el punto de vista historicista. No solo porque el propio compositor de la obra sea el que la dirige, sino también por la relativa cercanía temporal con el momento de su creación. A veintisiete años de su estreno en París, la crudeza de esta grabación saca a la luz todo lo primitivo y lo pagano de la composición. Con un sonido algo mate, hijo del tiempo en el que se registró, la partitura consigue desplegarse en todo su florido y rudo salvajismo. Quizás el ejemplo más fidedigno para con las intenciones primigenias del propio Stravinsky.

En segundo lugar, debo hablar de mi favorita, de la que nunca dejaría de escuchar y con la que me quedaría si tuviera que elegir solo una. Me refiero a la versión dirigida por Leonard Bernstein en 1958 al frente de la Filarmónica neoyorquina. Una versión en la que el director metió mucho de sí mismo, demasiado según algunos críticos, permitiéndose unas licencias que oscilan entre lo discutible y lo absolutamente maravilloso. No puedo decir que estas libertades afecten lo más mínimo a mi disfrute de un trabajo que maravilló al propio Stravinsky, el cual lo calificó con un simple y directo wow!. Una interpretación que muestra las habilidades de Bernstein en toda su plenitud. Un trabajo al límite de la expresión, terriblemente enérgico, con un sonido rugiente y salvaje en sus acentuaciones y colapsos rítmicos.

Y en tierra de nadie, casi suplicando atención, nos encontramos la recreación que hizo otra vez Stravinsky al frente de la Sinfónica de Columbia en 1960. Una versión que, en mi opinión, no puede competir cuerpo a cuerpo con las dos anteriores, pero que no está exenta de interés. Para mí, la clasificación estaría clara: la del 40 representaría el ritual primitivo, la del 58 se identificaría con la electricidad abrasiva y la del 60 sería la ceremonia oscura y distante. Porque eso es lo que califica a lo que suena en esta versión: una música ceremonial y oscura con pasajes casi tétricos, pero carente de la crudeza fundacional de la primera y de la explosividad controlada de la segunda. Un disco en el que el compositor parece mirar a su obra desde la distancia que da el tiempo. Desde un desapego que resulta revelador, pero que no va a espolear nuestras ganas de escuchar esta versión cuando nos apetezca sumergirnos en La consagración de la primavera.

En cualquier caso, con estas grabaciones o casi con cualquier otra, estamos ante una obra capital. Por su significación histórica como auténtico pórtico hacia una nueva era y por el disfrute atávico y profundo que provoca a poco que nos dejemos atrapar por sus raíces nudosas y sus dientes afilados. Una partitura visionaria que va a permanecer moderna por los siglos de los siglos. Juvenil, fresca e insolente... criogenizada para la eternidad.

1. Premier tableau : L'adoration de la terre
    1. Introduction
    2. Les augures printaniers
    3. Danses des adolescentes
    4. Jeu du rapt
    5. Rondes printanières
    6. Jeux de cités rivales
    7. Cortège du sage
    8. Le sage
    9. Danse de la terre
2. Second tableau : Le sacrifice
    1. Introduction
    2. Cercles mystérieux des adolescentes
    3. Glorification de l'élue
    4. Évocation des ancêtres
    5. Action rituelle des ancêtres
    6. Danse sacrale (L'élue)

lunes, 15 de diciembre de 2025

L'amour interdit

Verlaine et Rimbaud (Léo Ferré, 1964)

 

CHANSON/POÉSIE. Después de un breve paréntesis, Ferré vuelve a sus adorados poetas y se pone manos a la obra con la labor titánica de poner música a los versos incandescentes de Arthur Rimbaud y Paul Verlaine. Para ello selecciona una serie de poemas que graba ordenándolos de manera alterna entre ambos poetas, en una secuenciación que se puede leer como representación de la relación tempestuosa y prohibida que mantuvieron al margen de la sociedad. Con esta maniobra, no solo mostraría su respeto máximo por ambas figuras, sino también por un amor que ha traspasado fronteras en el espacio y el tiempo. En un álbum que, según dicen muchas fuentes, es pionero como álbum doble concebido con unidad estética y literaria. Sí, dos años antes de Hot Rats (Frank Zappa) y Blonde on Blonde (Bob Dylan).

Un formato doble que, lejos de ser casual, también funciona acorde a la labor escogida por Ferré. Dos poetas, dos discos. Un poema de uno, otro del otro. Todo conforme a una simetría perfecta, todo arreglado para un diálogo elegante y amoroso. Con unos arreglos sencillos, pero de una fantasía que ensalza perfectamente las palabras contenidas en unos versos preñados de romanticismo y sensualidad. Comparándolo con ese inevitable Les fleurs du mal chantées par Léo Ferré 1857-1957 (1957), se ve la relación entre ambos. No en vano, comparten un espacio poético muy similar. Sin embargo, también hay diferencias. Mientras el dedicado a Baudelaire combina la hermosura en flor con lo decadente y lo marchito, en estas canciones prima la belleza contenida, las explosiones de sentimiento a flor de piel y una tristeza serena y muy emocional. Belleza en estado puro, amor descarnado, pureza evanescente y perenne.

Todo un arsenal de recursos que el monegasco había ido perfeccionando disco a disco y verso a verso para ponerlos aquí al servicio de unas recreaciones que, una vez más, dan forma a cómo sonarían estos poemas desde entonces para las generaciones venideras. Con un esplendor, una contención y un candor que dejan claro que estamos ante una de las obras fundamentales de Ferré. Después llegarían sus obras maestras personales e intransferibles, pero lo que es aquí, cierra un ciclo de una manera absolutamente magistral.

★★★★☆

A1 Écoutez la chanson bien douce
A2 Chanson de la plus haute tour
A3 Il patinait merveilleusement
A4 Mon rêve familier
A5 Soleils couchants
A6 Les assis
A7 L'espoir luit comme un brin de paille dans l'étable
B1 Art poétique
B2 Pensionnaires
B3 Âme, te souvient-il ?
B4 Le buffet
B5 Les poètes de sept ans

C1 Chanson d'automne
C2 Les corbeaux
C3 Green
C4 Mes petites amoureuses
C5 Je vous vois encor
C6 L'étoile a pleuré rose
D1 Ô triste, triste était mon âme
D2 Rêvé pour l'hiver
D3 Clair de lune
D4 Les chercheuses de poux
D5 Ma bohème
D6 Sérénade

Total: 60 min. 

La relación entre Verlaine y Rimbaud no fue simplemente una relación amorosa entre dos hombres, sino que transgredió ese ámbito ya de por sí morboso para elevar el tópico a niveles mitológicos. Nació de la admiración de Rimbaud, de dieciséis años por aquel entonces y poeta de gran proyección, hacia un Verlaine que le sacaba once años. A partir de cartas y poemas de alabanza del primero hacia el segundo, Paul invitó a Arthur a París y ahí se desencadenó el apocalipsis sentimental.

Casi al instante iniciaron una relación tóxica en la que el alcohol, el sexo y la violencia marcaron la tónica. Verlaine dejó a su esposa, Mathilde Mauté, con la que se había casado hacía poco, y se sumergió en la vorágine tempestuosa de una relación en la que los poetas vivieron juntos, viajaron y escribieron como posesos.


Una espiral que culmina en 1873, en Bruselas, cuando un Verlaine poseído por la idea de que Rimbaud lo iba a abandonar acaba disparándole e hiriéndole en la muñeca. A pesar de que el joven poeta se negó a denunciarlo, Verlaine acabó en la cárcel. Con esto acabó, no solo su relación, sino que significó el final de toda una época y casi de la poesía de Rimbaud.

Después de esto, siguieron vidas separadas y casi opuestas. Rimbaud se desahogó con la publicación del durísimo ajuste de cuentas Una temporada en el infierno (1873) y se retiró de la literatura para comerciar y traficar con productos de diversa índole, armas incluidas, en África. Verlaine, por su parte, cumplió sus dos años de condena en prisión, donde siguió escribiendo y se convirtió en una de las figuras capitales de la literatura francesa. Rimbaud nunca disfrutó del reconocimiento que sí que tiene hoy día.

Un tragedia, en definitiva, a tantos niveles que no parece real. Como la poesía de estos dos titanes.

El fantasma de la electricidad

The Bootleg Series Vol. 4: Live 1966 - The "Royal Albert Hall" Concert (Bob Dylan, 1998) [DIRECTO]

FOLK ROCK. El rock alcanza su mayoría de edad. Dylan se reinventa a sí mismo para gozo y fastidio del público. Las sentidas rendiciones acústicas no pueden ocultar un resto de autoparodia, especialmente evidente en "Mr. Tambourine Man", y cuando el jinete eléctrico inicia su pandemónium particular ya no hay quien lo pare. Ni la tibia acogida del público, ni el famoso grito de "¡Judas!" al que Dylan contesta con una rotunda e incontestable versión de "Like a Rolling Stone". 

Puede que los seguidores no quisieran verlo, cegados por la esperanza de que al final el de Duluth volviera al redil de lo acústico, lo social, a todo ese folk de raigambre que ya no le servía. Quizás por eso seguían yendo a sus conciertos a la espera de que pasara algo. O a cumplir el ritual. Aplaudo en el set acústico. Abucheo en el eléctrico. A las alturas de esta gira británica todo estaba más que medido e institucionalizado. Desde la idolatría hasta el insulto. Desde el autógrafo hasta la decepción. Por todos estos motivos, esta gira, estos meses, son claves para la historia. La de Bob Dylan, que no dudó cuando tenía al mundo en su contra, y la del rock como catalizador de emociones y generador de arte mayor.

Con todo esto importaría bien poco la calidad de las versiones o del sonido. Este documento se basta y se sobra para conquistar la eternidad. Por aura, peso y leyenda. El mito está servido antes de que el bardo abra la boca. Antes del primer acople. Pero lo mejor de todo es que la música que aquí nos encontramos no solo hace honor a la polvareda levantada, sino que la convierte en un simún devastador.

La primera rodaja recoge a la perfección lo que era el set acústico con el que empezaba los conciertos por entonces. Magnífico en su contención, recoleto, serio, con un Dylan concentrado en cantar mejor que nunca (atiendan a "Just Like a Woman"), como queriendo sellar la forma definitiva de estas canciones. Por si no volvía a tocarlas jamás. Y por supuesto, en el segundo CD se deja acompañar por el núcleo de lo que sería The Band para epatar con ese sonido de mercurio salvaje que perseguía como poseído. Así destroza maravillosamente "I Don't Believe You" y no tiene piedad alguna de "Baby Let Me Follow You Down" o "One Too Many Mornings". Cualquier parecido con las originales es pura coincidencia, y esta vez acierta de lleno en unas deconstrucciones inflamadas por el ardor que amenazaba con consumirlo. Son solo tres ejemplos de una cabalgada irresistible que empieza con un inédito "Tell Me Momma" más que revelador y culmina con ese "Like a Rolling Stone" para la historia.

Live 1966 es uno de los mejores discos de la historia. Una grabación en vivo que impacta aun sin conocer toda la parafernalia histórica que la rodea. Nunca se ha oído a un Bob Dylan más iracundo ni más sincero. Nunca se le ha percibido tan enfadado y a la vez tan sublime. Como perseguido por un sabueso infernal, revolcándose en el blues, alargando las sílabas finales con una rabia tan exagerada, tan pura y tan elemental que causa pavor. Sí, ya lo decía una y otra vez en "Ballad of a Thin Man", y el silencio tras la descarga así lo confirma: de verdad que algo ha pasado aquí. Y a nosotros no nos queda otra: "¡PLAY FUCKING LOUD!"


 

1.1 She Belongs to Me 3:27
1.2 Fourth Time Around 4:37
1.3 Visions of Johanna 8:08
1.4 It's All Over Now, Baby Blue 5:45
1.5 Desolation Row 11:31
1.6 Just Like a Woman 5:52
1.7 Mr. Tambourine Man 8:52

2.1 Tell Me, Momma 5:10
2.2 I Don't Believe You (She Acts Like We Never Have Met) 6:07
2.3 Baby, Let Me Follow You Down 3:46
2.4 Just Like Tom Thumb's Blues 6:50
2.5 Leopard-Skin Pill-Box Hat 4:50
2.6 One Too Many Mornings 4:22
2.7 Ballad of a Thin Man 7:55
2.8 Like a Rolling Stone 8:01

Total: 95:13