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martes, 27 de abril de 2021

El león conquistador

Moa Anbessa (Getatchew Mekuria & The Ex & Guests, 2006)

EX-ETHIO-JAZZ. The Ex venían de grabar Turn (2004), un disco más que influenciado por las músicas del Congo y Etiopía. Incluso contaba con un tema llamado "Getatchew", en el que rendían tributo al saxofonista de Yifat. Muchas pistas y muchas ganas, por tanto, de materializar este encuentro en la cumbre con el maestro del etiojazz. Una llamada que llegó por parte del africano, el cual los invitó a tocar con él, cosa que hicieron regularmente como su banda de apoyo desde 2004.

Por tanto, la integración de estos extremos, aparentemente opuestos, tuvo el tiempo necesario para empastar y solidificar en el estallido sónico que nos encontramos en este disco grabado un par de años después de que empezaran a colaborar. Un disco en el que manda el saxo y el ritual ancestral de Mèkurya sobre el calambrazo raquídeo de los holandeses. Retroalimentación desigual en la que el saxofonista ejerce de guía y mentor, marcando la ruta a seguir por veredas serpenteantes y florestas de una exuberancia inaccesible, mientras las guitarras, la voz ocasional y la base rítmica le proporcionan un andamiaje frágil y tembloroso, pero absolutamente borboteante y vivo. Material indestructible sobre el que divagar.

Esas serían las características de este Moa Anbessa (el león conquistador). Un clásico inesperado con el que Mèkurya empieza a poner el colofón dorado a una carrera que se remonta a 1949. Un discazo con el que The Ex, a pesar de quedar en la sombra, acaban reluciendo y llamando la atención de medio mundo. Los motivos son de relumbrón e imposibles de glosar, aunque no me resisto a mencionar algunos puntos destacados entre tanta cumbre puntiaguda. como el aplastamiento con el que entra la banda al completo en esa "Ethiopia hagere", que abre fuego; o el tono místico y, perdonen, casi semanasantero de "Sethed seketelat"; o la fúnebre y hondísima "Eywat setenafegagn", con gorjeos eléctricos que parecen replicar la agonía de algún ave gigantesca. Un tono lúgubre que se amplifica y se prolonga en los ocho minutazos de "Aynotche terabu / Shemonmwanaye".

Mención aparte merece la introducción a guitarra pelada de esa gloriosa "Musicawi silt" con esa subyugante entrada de los vientos y esos solos de saxo primero y guitarras encabritadas después, auténtica piedra de toque de esta colaboración. Y no me puedo olvidar tampoco de la trascendental y preciosa "Tezeta", con un Mèkurya a solas con su soplido, enseñándonos lo inmenso de su arte. Tampoco, y con esto acabo, de la fiesta en mitad del desierto que es "Almaz yeharerwa", auténtica melopea tuareg que conecta el árbol genealógico de unas músicas tan lejanas para el oído africano y tan parecidas para nuestros oídos occidentales, mucho más simples y menos entrenados.

Muchas veces, demasiadas, las colaboraciones heterodoxas acaban naufragando por diversos motivos. Puede que les falte una motivación pura y auténtica más allá del maquillaje, el turismo de postal o las ganas de hacer caja. O simplemente la cosa no fluye. Creo que no tengo ni que decirlo, pero aquí no vamos a encontrarnos ninguna de esas taras. Esto es una de las mejores noticias de esa palabrota que es el "mestizaje". Uno de los motivos que dan sentido a esa tan denostada globalización que lo propicia. Una mundialización que facilita el encuentro y el entendimento. De ella se aprovechan, aunque sea para reventarla desde dentro. ¿O qué se esperaban?

1 Ethiopia hagere 6:30
2 Sethed seketelat 4:30
3 Eywat setenafegagn 5:05
4 Che belew shellela 4:50
5 Aynamaye nesh 5:54
6 Aynotche terabu / Shemonmwanaye 8:15
7 Musicawi silt 4:22
8 Tezeta 4:16
9 Almaz yeharerwa 5:35
10 Tezalegn yetentu 6:02
11 Aha begena 6:30
Total length: 61:49

En la música de este gigante nos encontramos el eco de lo rural, con todo ese sabor tradicional, con lo festivo y lo mortuorio de una música que clava las raíces hasta lo más hondo de la historia del hombre. Pero también cuenta con ese eco cosmopolita, acerado y galáctico que mira directamente al cosmos y a la modernidad.

Como Addis Ababa, la urbe que lo vio nacer como artista y donde ha vivido durante casi toda su vida antes de dejar este mundo en 2016 por una infección causada por la diabetes. Es inevitable percibir el pulso caótico, ancestral y perfumado de la capital del nordeste africano cuando nos sumergimos en las progresiones dulces o demoníacas que llenan esta obra magistral.

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martes, 26 de septiembre de 2017

Más allá de cualquier límite

La leyenda del espacio (Los Planetas, 2007)

 

PSICODELIA JONDA.

"Me estoy quedando sin fuerzas
solo espero ya la muerte.
Me falta sangre en las venas
mi corazon se retuerce

Estoy muriendo de pena
y tu no vienes a verme
Te estoy pidiendo que vengas
y ni siquiera apareces"



Han pasado tres años desde Contra la ley de la gravedad (2004) y todo ha cambiado. El séptimo disco de Los Planetas se abre en canal con el dolor sangrante del flamenco. Si el anterior dejó un regusto amargo en bastantes paladares, este viene dispuesto a dar aún más guerra. No en vano tiene todas las papeletas para ser el disco más controvertido de los granaínos. Y es que ninguna advertencia ("¡Los Planetas se han pasado al flamenco!") ni el cierre del disco anterior con una versión de Bambino ni los palos flamencos que aparecen entre paréntesis tras los títulos podían hacernos el cuerpo para lo que contiene este disco, polémico sin duda, y que a la vez podría ser situado desde un primer momento entre lo mejor de la orquesta química.

No voy a decir que no resulte chocante. Las melodías y las letras tienen un rajo flamenco evidente. Tampoco creo que esto tenga que echar para atrás al integrista antigitaneo, porque hay muchas razones para que se pueda pasar por alto esta fusión. Primero el tono decididamente pop de temas como "Reunión En La Cumbre", "La verdulera", "Si me diste la espalda" o "Alegrías del incendio", luego el noise asfixiante, oscuro y psicodélico de "El canto del Bute", "Si estaba loco por ti", "Ya no me asomo a la reja" o "Negras las intenciones", y por último el cante de J, que además de estar enterrado en la grabación, de flamenco tiene muy poquito. Y esto es lo que hace que el disco vaya a pasar totalmente desapercibido para el fanatismo pro-flamenco-puro. Al fin y al cabo, el acabado de esta obra no tiene nada de canónico respecto a este arte ancestral, a pesar de la presencia (imponente como siempre) de don Enrique Morente.

Dejándonos de tonterías y prejuicios, podremos disfrutar con la viscosidad de un disco oscuro y ruidoso que engrosa de manera meritoria el ya apetitoso currículum de esta banda. Un experimento impresionante que tiene su culminación en la viva "Alegrías del incendio" donde la fusión de estilos llega al punto de no poder distinguir donde termina el rock y comienza el flamenco. Porque, y de eso no parece haberse dado cuenta mucha gente, al final del estribillo se intuye un aliento flamenco apreciable. No dejan de ser lo que anuncian, unas alegrías. Una excusa para el pop, mientras que en el grueso del álbum predomina la improvisación y la creación, nada de costumbrismos baratos ni cachondeíto guapo. Guitarras profundas que desgranan efectos de otro mundo.

El séptimo, una vuelta de timón firme y furibunda, un disco que no deja de poseer las mejores virtudes del rock que se encuentran siempre en la absoluta libertad creativa. Los Planetas, duros y más libres que nunca, tras esta demostración debemos certificar sin tacañerías que se han hecho muy grandes y que han encontrado una veta con posibilidades increíbles. De ellos depende que la exploten bien. Y a lo mejor tenemos que esperar otros tres años o cuatro o los que sean... Pero esto me tranquiliza. Sé que merecerá la pena.

★★★★

1 El canto del Bute (tientos) 4:49
2 Si estaba loco por ti (verdiales) 6:17
3 Reunión en la cumbre 3:09
4 La verdulera (mirabrás) 3:07
5 Ya no me asomo a la reja (fandangos) 6:34
6 Negras las intenciones (soleares) 7:14
7 Si me diste la espalda 3:25
8 Deseando una cosa (cantiñas) 2:54
9 Entre las flores del campo (caracoles) 2:43
10 La que vive en la carrera (granaínas) 2:35
11 Alegrías del incendio (alegrías) 3:48
12 Sol y sombra 4:18
13 Tendrá que haber un camino (caña) 5:02
Total: 55:55

Parece muy claro, desde el mismo título, que el disco homenajea a ese glorioso La leyenda del tiempo (1979) con el que Camarón puso del revés el mundo del flamenco. Por mucho que sónicamente los dos álbumes estén en las antípodas, se aprecian lazos comunes incontestables. El riesgo, el poner al oyente contra las cuerdas, la alianza con el rock de Camarón y el juego contrario por parte de Los Planetas... 

Dicen que los gitanos viejos devolvían el disco del de San Fernando porque ese no era Camarón. Algo parecido pasó con muchos de los fans de los granadinos ante esta "aberración". Lugares comunes que se repiten en un ciclo interminable.

También hay que acordarse, cómo no, de ese Omega (1996) que también es molde, quizás más que La leyenda del tiempo, para el séptimo trabajo de J y los suyos. La obra magna de Enrique Morente revolotea por este y multitud de trabajos surgidos en la órbita del pop independiente a partir de este disco seminal, de su continuación, Una ópera egipcia (2010), a obras tan rompedoras como Homenaje a Enrique Morente (Los Evangelistas, 2012), Para los que aún viven (Exquirla, 2017) o Fuerza Nueva (Fuerza Nueva, 2019).

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domingo, 10 de septiembre de 2017

El nuevo testamento

 
Homenaje a Enrique Morente (Los Evangelistas, 2012)
 

PSICODELIA JONDA. Homenaje es cuando te desnudas y dejas de lado lucimientos y egos. Homenaje es cuando te entregas a la causa ajena como si fuera propia y la haces relucir con generosidad. Homenaje es lo que late en cada sílaba de este proyecto nacido de la admiración más sincera. J, Florent, Antonio Arias y Eric Jiménez aparcan diferencias y proyectos personales para cantarle al más grande, para arrojar al viento las palabras y la sabiduría del Ronco del Albaicín. Cuatro granadinos que son aquí los cuatro evangelistas, los encargados de transcribir la buena nueva del cante en las sagradas escrituras de Enrique Morente.

Esto se podría haber afrontado de muchas formas, aunque estos artistas sólo tenían una salida posible, la de llevárselo a su terreno. Con Los Planetas ya habíamos visto de lo que eran capaces y con Lagartija Nick no hay más que echar un vistazo a esa biblia que es Omega (1996). Esto es una derivación de todas esas experiencias, pero con un tono diferente salido de la mezcla, algo que sin duda aprobaría Morente sin rechistar.

Aparte de unos cuantos cantes flamencos por derecho, obra del rajo de Carmen Linares y de la dulzura forestal de Soleá Morente, el conjunto se construye sobre el estilo pop, anglosajón, dejadete de Antonio Arias y J, que son los que se alternan el micro. El fondo, el esperado, psicodelia venenosa con toques pop marca de la casa. Dejan un poco de lado el noise o más bien lo diluyen e incorporan teclados diversos a las guitarras entrópicas de Florent. El resultado, embriagador, sugerente, bestial.

Homenaje a Enrique Morente es un disco sorprendente que se regodea en su profundidad. Aquí no hay espacio ni para imposturas ni para frivolidades. Su seriedad es abisal, no en vano es un panegírico, una celebración pero también un luto. Todo eso transmite su atmósfera opresiva y eclesial, nada que invite a la euforia, y de todo eso se retroalimenta a su vez. Esto es un discazo de los que te empujan a la meditación y al recogimiento. Un templo. Un disco que lleva la palabra "respeto" hasta sus últimas consecuencias. Precioso y sanador.

★★★★☆

1 Gloria 6:00
2 Decadencia 5:13
3 Serrana de Pepe de la Matrona 4:04
4 En un sueño viniste 4:38
5 Encima de las corrientes 5:04
6 Delante de mi madre 5:24 with Carmen Linares (vocals)
7 Yo poeta decadente 5:14 with Soleá Morente (vocals)
8 La estrella 5:21 with Soleá Morente (vocals)
9 El loco 4:40
10 Amante 5:17
11 Alegrías de Enrique 5:25
12 Donde pones el alma 4:23
Total: 60:43

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jueves, 18 de mayo de 2017

La palabra lastimada en mitad de la boca

Para quienes aún viven (Exquirla, 2017)
 

  
POST-ROCK & ENTRAÑAS. Está claro que Niño de Elche no va a hacer nunca nada gratuito. Jamás. Lo nombro por encima de Toundra porque lo veo como la auténtica fuerza motriz del proyecto, todo un aglutinador artístico a todos los niveles. Lo de Toundra tampoco tiene nombre. Son dueños y señores de la calma y el espacio, del ladrido y la estridencia y te vapulean como les sale del alma. A veinte años de Omega (Morente & Lagartija Nick, 1996) esta alianza tan imposible como inevitable dobla la apuesta y asedia por puro y duro aplastamiento.

Y me reafirmo, volviendo a la premisa inicial, Francisco Contreras domina y manda. Azuza y tira de la brida, elige, paladea y cuenta lo que necesitamos. En nuestro letargo nos impone la verdad descarnada, el color oscurísimo de la realidad. Nos la relata a través de la voz de poetas contemporáneos, comprometidos, sacudidos por la miseria, el miedo y la mierda que nos entierra. Insensible al desaliento, no se arredra, no se conforma con que las cosas tengan que ser como son. Y así se convierte en el grito de los desheredados. Nos creemos lo que nos canta, sí, a pies juntillas. Niño de Elche sabe lo que dice, se lo cree, nos lo inocula en los pulmones y el cerebro.

Para quienes aún viven es una advertencia, un grito asalvajado sin depurar. Palabras como cuchilladas que nos instan a salir de nuestro sueño drogadizo. "E" comió por fin tierra y deberíamos preocuparnos en lugar de solazarnos en nuestra comodidad. Esto es un llamamiento a los hijos de la rabia, una puñalada a una Europa muda e inoperante, un grito enrabietado que aspira a mejor disco de la década en este país. Algo tan fuerte que sobrepasa a cualquiera de mis palabras. Palabras que rebosan en esta obra hasta anegarlo todo a su alrededor.
 
★★★★
 
1 Canción de E 3:05
2 Destruidnos juntos 8:58
3 Hijos de la rabia 9:00
4 Interrogatorio 1:40
5 El grito del padre 8:50
6 Contigo 3:22
7 Un hombre 10:05
8 Europa muda 10:22
Total: 55:22

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sábado, 11 de julio de 2009

09/07/09: morente & lagartija nick - axerquía - córdoba


La noche se presentaba jubilosa y no defraudó. Con puntualidad casi inglesa (10 minutos de retraso), Don Enrique Morente apareció sobre el escenario acompañado de un grupo de palmeros, cantaores, bailaores todoterreno. Formando un semicírculo se conjuraron a algún dios antiguo con sus letanías flamencas y arcanas. La ceremonia salió bien porque lo que siguió tiene difícil descripción con humildes e insulsas palabras. Podríamos dejarlo en que poco a poco nos fue introduciendo en un mundo único a través de cantes flamencos que no puedo clasificar dentro de los palos clásicos que tocados por su cante se quedan en un algo que está más allá de catálogos y de normas. El público esperaba impaciente Omega pero poco importaba porque el buen rollo y las ganas de empaparse en lo que quisiera ofrecer el maestro flotaban en el ambiente. Vamos, que hambre que espera hartura no es hambre ninguna, y si mientras, se nos obsequiaba con jamón, queso y buen vino, pues cómo se podría quejar uno.

Así se produjo la espera paciente y sublime que no vaticinaba el estallido de júbilo que se produjo cuando el escenario se llenó con un cuadro flamenco al completo y entró Lagartija Nick a agarrar su armamento. Fue entonces el momento de levantarse de las gradas de dura piedra para abalanzarse hacia el escenario. Era como si una voz inaudible guiara a una audiencia entregada antes de empezar. A partir de ahí, el acabose. Morente ejerció de perfecto cicerone por los vericuetos más duros de Omega y Lagartija no defraudó con un sonido monstruoso de guitarras hirientes y, sobre todo, una batería que lo engullía todo con ritmos de luto o debacles percutivas que amenazaban con echar el teatro abajo. Erik Jiménez (también de Los Planetas) estuvo colosal, entregándose al máximo y rompiendo alguna que otra baqueta.

Por desgracia también habría que señalar algún que otro problemilla con el sonido que deslució una "Vuelta de paseo" que se prometía apoteósica y quedó en menos por este motivo. Nada importante. Enseguida se retomó el vuelo y Morente demostró lo relajado y a gusto que se sentía regalándonos unos bises extraordinarios en los que parecía que no se querría marchar nunca. Así se fue apagando el concierto entre homenajes a Michael Jackson, aportaciones de Estrella Morente e intento de baile incluído del propio Enrique. Un momento de comunión único y una experiencia inolvidable. A pesar de los pesares, a ver quién supera esto.

miércoles, 8 de julio de 2009

¡Asesinados por el cielo!

Omega (Morente & Lagartija Nick, 1996)



FLAMENCO EXPERIMENTAL. Hay artistas que se quedan en un rincón reviviendo continuamente un pasado más o menos glorioso y ARTISTAS que miran hacia delante continuamente en una búsqueda insaciable. Estos últimos escasean y como buscadores de una verdad intangible se dan más de un coscorrón. Enrique Morente es uno de esos visionarios que entiende la música como una materia viva y cambiante. Como algo que no puede encerrarse entre prejuicios y miedos. Su carrera siempre había sido un romper continuo con lo anterior, una provocación para muchos, una afirmación continua para otros tantos.

Omega no es sino un punto de inflexión absoluto en su carrera y en la historia de la música en castellano. La ambición que proyectaba no era para tomar a broma y, sinceramente, se prestaba a salir mal por muchos motivos. El principal era una tendencia clara hacia la épica y la dispersión. Vamos, aunque peguen, no se me antoja fácil unir a Federico García Lorca y Leonard Cohen bajo el paraguas del flamenco. Y para más inri, por si esto no fuera suficientemente osado, se alía con Lagartija Nick para teñir los palos de un rock casi thrash que auguraba interés… Y muchas dudas.

A veces ocurre, y hablamos de triunfo absoluto entonces, que los ARTISTAS se sobreponen a todas las dificultades y vencen los augurios a base de creatividad, talento o sangre. De todo esto se valió este grupo de granaínos para empastar unos estilos antagónicos que conviven y respiran como sin esfuerzo en un trabajo capital como se han visto pocos en este país. No puede sonar exagerado, no al menos después de atravesar "Omega" la canción, el dichoso y negro pórtico que se erige en el impresionante acceso al álbum. Sus once minutos nos sacuden entre magmas eléctricos, poesía apasionante y crescendos sedientos de sangre. Un tour de force que sirve de presentación perfecta para la dulzura portuaria de "Pequeño Vals Vienés". Morente derrite los versos de Lorca en la versión de Cohen en un maridaje triple digno del autor de Beautiful Losers (1966).

A pesar de todo este paisaje abyecto para el purista no crean que esto es algo diferente del flamenco. Esto sigue siendo flamenco por actitud y rajo. De eso se encargan los temas más "tradicionales" del disco. Tradicionales por decir algo porque todos tienen el sello morentiano, el giro que los diferencia de cualquier otra cosa. Eso que hace que a los que no escuchan flamenco les parezca muy puro y a los fanáticos del género una marcianada. Pues ni una cosa ni otra. No me gustan los extremismos. Y eso que Omega se sitúa en un extremo desde su mismo título. ¿El final de una etapa? Principio, final, nacimiento, muerte… ¡Tremebundo!
 
 
1 Omega 10:48
2 Pequeño vals vienés (Take This Waltz) 5:33
3 El pastor bobo 3:42
4 Manhattan (First We Take Manhattan) 4:44
5 La aurora de Nueva York 4:59
6 Sacerdotes (Priest) 4:07
7 Niña ahogada en el pozo 3:45
8 Adán 4:14
9 Vuelta de paseo 5:08
10 Vals en las ramas 4:01
11 Aleluya (Hallelujah n. 2) 6:24
12 Norma y paraíso de los negros 4:34
13 Ciudad sin sueño 5:46
Total: 67:45
 
"Omega es la visión de Enrique Morente sobre Poeta en Nueva York de Federico García Lorca." - (libreto interior del disco)

"Incluso antes de salir el disco, la flamencología empezó a criticarme muy enérgicamente y a agredirme como si estuviéramos haciendo algo malo (...) Fue un posicionamiento, un pronunciamiento musical, un golpe de estado artístico a lo que se hacía en esos momentos." (Enrique Morente)

"El poema en trece versos ya contiene el grito y el ruido, aparte de ser una premonición sobre la propia muerte de Lorca, pero Morente enseguida visualizó cómo adaptarlo a nuestro caos." (Antonio Arias, Lagartija Nick, sobre la canción "Omega")

"Los poemas explosionaban en nuestras manos y nos arrastraban por el camino de la intuición." (Antonio Arias)