Fue la década en la que el rock alcanzaría su mayoría de edad con la psicodelia como abanderada de la revolución. También el epicentro de las vanguardias más arriesgadas y devastadoras del jazz. Y por supuesto, la década en la que el pop floreció hasta encontrar su forma definitiva, nunca superada y todavía imitada en nuestros días.
La década que vio nacer a los Beatles y a los Stones, que vio nacer (y casi morir) al hippismo y que fue tan convulsa en cuanto a revoluciones y cambios políticos. La década del verano del amor y de ese mayo del 68 en Francia... Demasiados eventos, demasiadas revueltas y demasiada efervescencia como para no soñar con haber estado allí.
Pasen y vean la lista de los diez elegidos. Posiblemente el equipo más temible del planeta. Procuren controlar su mandíbula y su saliveo. Si pueden.
10 Electric Ladyland (The Jimi Hendrix Experience, 1968)
Hasta este punto todo parecía haber sido demasiado fácil para Jimi Hendrix. Tras dos discos tan rupturistas que habían pillado con el pie cambiado a medio mundo, parecía imposible prever hacia dónde dirigiría sus pasos. Su debut era una obra maestra capital, posiblemente el mejor estreno de la historia. Y encima en el mismo año se sacó de la manga una continuación brutal que sólo quedaba por debajo por no contar ya con el efecto sorpresa. En plena vorágine, con la mente al rojo y con medio mundo a sus pies, su talento se encontraba en un punto difícil. En el de demostrar que su inspiración musical podía trascender y equipararse a su mítica habilidad digital. O superarla. Electric Ladyland iba a romper la baraja y elevar a Hendrix como uno de los músicos más intuitivos, inteligentes, sensibles y absolutos que hayan existido jamás. Y encima tocaba bien. (...)
9 Songs of Leonard Cohen (Leonard Cohen, 1967)(...)
El debut de Leonard Cohen no llegó tarde. Llegó en el momento justo. Tras una reputada carrera como poeta y novelista, el canadiense decide lanzarse al vacío de poner música a sus palabras. Y no importó que estuviera ya granaíco, con 32 años, edad algo tardía para iniciarse en la implacable industria musical. Lo suyo era algo diferente a la superficialidad pop. Su culto al cuerpo se centraba en la idolatría de la feminidad por encima de todo, del arte por encima de otras consideraciones. Su culto a la mujer, al amor y todas sus ramificaciones le impulsó siempre a la hora de escribir algunas de las mejores canciones de la historia. (...)
8 Astral Weeks (Van Morrison, 1969)
Hay discos que te exigen escribir sobre ellos de rodillas. Como esta esencia del primer Van Morrison que ya despuntará para siempre como su magnum opus indiscutible. Y digo esto a sabiendas de que habrá polémica para aquellos que prefieran, por ejemplo, el también excelso Moondance (70). Solo señalaré un motivo para decantarse por este: mientras que el siguiente álbum es una demostración insuperable en el arte de escribir canciones, estas "semanas astrales" conforman un conjunto de MÚSICA ABSOLUTA en toda la expresión del término y con la libertad como motivo, hilo conductor y faro. (...)
Arthur Lee y sus demonios. Eso sería en resumen el tercer disco de Love, su obra maestra, puro arte arrancado de las entrañas de un artista torturado, asediado y en el punto de ebullición. Una obra que marcó el antes y el después en una carrera que ya había dado muestras de calidad con el previo Da Capo (1967). En él ya sonaban grandes y empezaban a dominar la psicodelia. En este explotaron las posibilidades expresivas de instrumentos y lírica para alcanzar unas profundidades inéditas hasta entonces y que pocos han podido siquiera rozar. Tal vez su primo hermano, nacido meses antes, ese Pet Sounds (The Beach Boys, 1966) con el que comparte tanto: el agotamiento al que sometieron a sus creadores, su importancia histórica y la maravilla con la que se aplicaron en los arreglos, la orquesta y el trabajo de estudio. Discos irrepetibles los llaman. (...)
6 Revolver (The Beatles, 1966)
Los Fab Four se encierran en el estudio con la mente ardiendo de ideas después del antes y el después que supuso una obra como Rubber Soul (1965). Cuando todo el mundo esperaba con interés y curiosidad extremas su siguiente movimiento, ellos sorprendieron incluso a los más fanáticos con una zambullida aún más profunda y de mayor calado que la de su obra maestra precedente. (...)
No es ningún secreto. Dylan estaba ardiendo en este año crucial en su carrera. Ya avisó sin medias tintas en ese apoteósico "Bringing It All Back Home" y lo certificó (por si alguien aún no lo creía) con su catártica y suicida actuación en Newport en julio de ese mismo año. Allí sufrió los abucheos y la incomprensión de la mayoría mientras, entre otras y con la ayuda de Mike Bloomfield y Al Kooper, presentó una "Like a Rolling Stone" que se iba a convertir, más que posiblemente, en la canción más famosa, rompedora e importante de todas las que haya escrito. (...)
4 A Love Supreme (John Coltrane, 1965)
John Coltrane se convierte en profeta en su obra magna. A través de su soplido transmite la voz de Dios, esa que le dictó toda esta suite suntuosa que es A Love Supreme. Eso cuenta la leyenda sobre la creación de uno de los discos más míticos de la historia. Del jazz y de la música. A Love Supreme es demasiado para ser confinado en palabras. Más de cincuenta años después de su edición sigue imponiendo un respeto religioso. Aun así hay una cantidad ingente de literatura sobre él, libros completos incluidos, dedicada a celebrar su eterno influjo. El ser humano y su afán por explicar lo inexplicable. (...)
"La Biblia del pop". Así de claro y así de tajante. Eso es este disco para millones de personas. Una obra maestra que para muchos es el mejor disco de la historia. Una obra que empezó con vocación imitadora merced a ese loco fanático de la música que siempre ha sido Brian Wilson, alma, cerebro y corazón de los Beach Boys. Una mímesis que las musas tornaron en obra referencial desde el mismo momento de su publicación.
Brian Wilson parecía tener una idea muy clara. Hacer un disco que pudiera acercarse a la maravilla pop de Rubber Soul (The Beatles, 1965). Los británicos habían hecho saltar la banca con un trabajo de estudio que hacía de ese álbum una novedad gigantesca. Wilson había tomado buena nota de las nuevas posibilidades que ofrecía el estudio de grabación y estaba decidido a utilizarlo como un instrumento más. A esto se unía su obsesión con The Ronettes y su "Be My Baby", por lo que contó con la colaboración del batería que tocó en dicho tema, el genial Hal Blaine. (...)
2 The Velvet Underground & Nico (The Velvet Underground & Nico, 1967)
No
creo que haya un disco que merezca el apelativo de totémico más que
este debut de la Velvet. Desde el mismo envoltorio hasta los últimos
estertores eléctricos de "European Son", todo este brebaje perverso
tiene una vida propia, un estatus legendario.
La banda se formó
en 1964 cuando Lou Reed entró en contacto con John Cale. Sterling
Morrison a la guitarra y Angus McLise a la batería completarían esta
primitiva formación. Este último duraría poco y no llegaría ni a la
grabación de este estreno para el que ya contaban con el baqueteo
característico de Maureen Tucker. Su mezcla de ruido, distorsión y
letras de temática escabrosa como las drogas, el sadomasoquismo o el
travestismo no llamó la atención de casi nadie. Hasta que un tal Andy
Warhol se fijó en ellos y los convirtió en algo así como la banda
residente de la Factory. Antes de grabar el primer álbum, la banda se
embarcó en un espectáculo itinerante ideado por Paul Morrisey, el
Exploding Plastic Inevitable. Este consistía en un show de luces,
bailarinas y proyecciones acompañados por la música estridente y brutal
que empezaban a pergeñar. (...)
✠✠✠
1 Blonde on Blonde (Bob Dylan, 1966)
No se trata de cualquier cosa este disco que fue el primer álbum doble
de la historia y que, aún hoy, sigue levantando pasiones entre los
fanáticos del Bardo de Minnessotta y entre los oyentes casuales que
deciden aproximarse a su obra y no saben por dónde empezar.
Dentro
de su abundante e irregular discografía creo que Blonde on Blonde es lo
mejor y más perfecto que Dylan haya creado. Y eso que tiene cimas
celestiales del calibre de Highway 61 Revisited, Bringing It All Back
Home o Blood on the Tracks, sin ir más lejos. Difícil elección que se
inclina hacia el 66 porque el disco que nos ocupa es más completo,
contiene más grandeza si cabe que las obras mencionadas, entendiendo por
grandeza una aspiración a la belleza inmarchitable, clásica. Y eso que
esto de obra clásica tiene bien poco. Es totalmente rupturista.
En
primer lugar ofrece un sonido ácido que se beneficia de un uso de los
teclados desbordado y sabio y un empleo de los tics del rock y el blues
nunca vistos. Y en segundo lugar, las letras conforman, quizá, el mejor
ejemplo de maridaje entre literatura y rock. Auténtica poesía automática
que trata de explicar lo inexplicable, que encuentra sin buscar y que
se desborda en imágenes-río de imposible contención. Sí, "Visions of
Johanna", "Most Likely You Go Your Way and I'll Go Mine", "Fourth Time
Around" o "Sad-Eyed Lady of the Lowlands" son pura ambrosía y apabullan
por acumulación. No busquen significados cerrados. Con Bob no es
posible. Ni este disco va sobre sus problemas con el sexo femenino, ni
trata de explicar nada. O quizá sí. Por eso es tan grande. Por lo poco
que pretende y lo mucho que consigue.
El disco no deja de ser la
culminación de ese "sonido de mercurio salvaje" que venía rondando por
la cabeza de Dylan y que buscaba sin descanso en la trilogía que
iniciara Bringing It All Back Home (1965), continuara con Highway 61
Revisited (1965) y cerrara con este Blonde on Blonde (66). La plasmación
en plástico de los aquelarres sonoros practicados en conciertos como
Newport '65 o la accidentada gira británica posterior. Un sonido que
quedaba sellado con este disco. Una obra maestra por derecho propio. Un
misterio por resolver que espero, sé, que nunca se resolverá.
AÑO A AÑO
1960
5 O amor, o sorriso e a flor (João Gilberto)
En una gloriosa línea continuista, Gilberto graba la secuela de ese maravilloso Chega de Saudade (1959) con el que se inauguró ese nuevo género que consistía en relajar la samba hasta hacerla una de las cosas más hermosas de este mundo. Pocas novedades nos vamos a encontrar por tanto en una obra que solo cuenta con una canción del genio de Bahía (encima instrumental) y que se limita a enseñar al mundo la grandeza inmaculada de los Jobim, Lyra, Guimarães o Mendonça. (...)
4 Sincerely..... Edith Piaf (Édith Piaf)
La Piaf en sus últimos años, un bicho imposible de enjaular. Aquí la tenemos en una grabación inglesa (que no en inglés) donde se ejercita rotunda, divina, como nunca. En este disco de 1960 repite con una impresionante "La foule" que ya apareciera en el anterior (Piaf (1959)). Se le permite porque acaba siendo una de las colecciones más impresionantes de la parisina, tal vez la mejor. (...)
3 Sketches of Spain (Miles Davis)
Miles se empapa y se adueña de una cultura y una forma de vida en apenas unos instantes. Como español aprecio y percibo que en este disco es capaz de transmitir sin pudor ni cortapisas la pasión, la incongruencia, lo bendito y lo mezquino de la personalidad hispana. Belleza atrapada para siempre en unos surcos mayúsculos en los que la orquestación acompaña los devaneos de un Davis genial que dibuja con su trompeta paisajes imborrables de música clásica y popular. Con la pausa necesaria, traza motivos claros y pulcros donde se reconoce un "Concierto de Aranjuez" que no por abstracto pierde un ápice de emoción. (...)
2 At Last! (Etta James)
Etta James cantaba las canciones que la gente necesitaba oir. Así lo decía, orgullosa de su entrega y su versatilidad, de su dominio del fraseo y la hechicería, de saberse imperial en un mundo que quedaba balbuciendo a sus pies. El soul, el R&B, el gospel, el blues, el jazz, nada parecía tener secretos para el talento y la voz desbocada de Etta James, la fiera nunca domada. (...)
1 Giant Steps (John Coltrane)
John Coltrane empezó a grabar este álbum, el primero para Atlantic como solista y el primero compuesto exclusivamente por temas propios, apenas un par de semanas después de acabar las sesiones para un tal Kind of Blue (Miles Davis, 1959), y parece que se llevó bastante más que la sección rítmica, ese Miles Davis Quintet, con la que grabó "Naima". Además de eso, debió llevarse impregnado en el alma la magia de unas sesiones que supo verter de manera impecable en su quinto álbum, un prodigio que se ha erigido como el molde perfecto para cualquier aprendiz del saxo en el jazz. (...)
1961
5 Free Jazz (Ornette Coleman)
Free Jazz lleva con orgullo el nombre de una revolución. El disco de Coleman, el sexto de su carrera y cuarto con Atlantic, es la bandera gigante de una forma nueva de hacer música. Aquellos que criticaban el gusto y las dotes de Coleman cuando empezó a despuntar a finales de los 50 no podían ni imaginar que el saxofonista llegaría a estos extremos. (...)
4 Marieke [Nº 5] (Jacques Brel)
El belga sigue con la costumbre de abrir sus discos con un clásico inapelable. Costumbre que se perpetuaría a lo largo de sus siguientes trabajos, auténticos picos en su gigantesca cordillera discográfica. Todo un sistema montañoso en el que no hay colina fácil de escalar, pero que tiene un punto álgido más que evidente en esta primera mitad de los 60, la cual iba a culminar con su despedida de la canción apenas un lustro después de este trabajo. (...)
3 Out of the Cool (Gil Evans)
Out of the Cool no es solo la obra maestra de Gil Evans, sino uno de los ejemplos más gigantescos de jazz orquestado que podemos echarnos a la oreja. De hecho, puede que estamos hablando de lo mejor en el género desde los tiempos de Duke Ellington, comparable sin duda a ese gigantesco Mingus Ah Um (1959) que siempre ha sido destacado por la exquisita orquestación de sus vientos.
2 My Favorite Things (John Coltrane)
En su séptimo álbum nos encontramos a un John Coltrane pletórico en su búsqueda de nuevas vías para el jazz. Con la idea de asestar el golpe definitivo a un hard bop que no podía ofrecerle nada nuevo ya, empezó a explorar lo que alguien iba a llamar jazz modal, un estilo algo más calmado, pero igual de intrincado que su precursor y para el que se valió de un saxo soprano que le había regalado Miles Davis mientras estaban de gira por Europa. Un instrumento totalmente demodé en la época, que es el que suena en la primera cara de este vinilo y con el que construye esa adaptación del tema titular que le dio tanto y que se convirtió en la pieza favorita de todo su repertorio. (...)
1 The Blues and the Abstract Truth (Oliver Nelson)
Eric Dolphy, Freddie Hubbard, Bill Evans, Paul Chambers... La alineación que junta aquí Oliver Nelson da escalofríos. Y con razón. Lo que se marca aquí el saxofonista fue todo un hito para él y para el jazz. Ni pudo igualarlo ni podemos criticarle por ello, tal es su perfección arquitectónica, una auténtica catedral en un estilo de música que parece tener muchísimas obras de esta talla. Algo que no es más que un impresión, porque por muchos discos buenos de jazz que haya, que los hay, los que pueden tutear al sexto registro del de St. Louis pueden contarse con los dedos de una mano.
1962
5 Les bourgeois [Jacques Brel] (Jacques Brel)
Brel se acerca a los diez años de carrera desde que se estrenara discográficamente en 1953 y lo hace con el hambre intacta y el cuchillo más afilado que nunca. El disco se abre, como viene siendo habitual, con otro de sus clásicos y con una canción que marca el tono y la temática del plástico. En esta ocasión el objetivo de sus dardos es esa burguesía en la que se crió. Gente acomodada en lo económico y vacía en su alma a la que pone en su sitio de una manera descarnada. (...)
4 Jazz Samba (Stan Getz & Charlie Byrd)
Poco podía imaginar Charlie Byrd la que iba a liar el gobierno de su país al enviarlo como embajador musical a Latinoamérica para promocionar el jazz que bullía como nunca en su tierra. Más que exportar su sonido, que también, la lió cuando se llevó a casa un puñado de discos de gente como Antonio Carlos Jobim o Joao Gilberto. Ahí había un ritmo nuevo sobre el que experimentar. Sin dudarlo se los mostró a su colega Stan Getz y a partir de ahí todo es historia. (...)
3 Green Onions (Booker T. & the MG's)
Se puede caer en la tentación de usar este disco como música de fondo o hilo musical de unos grandes almacenes. No sería mala idea, aunque la verdad es que esta música no se va a dejar ser ninguneada ni transformada en subproducto. En cuanto le des al play se va a rebelar y va a asaltar tus oídos y tu cuerpo sin compasión. Porque esto es un karaoke celestial, un colchón mántrico de hammond catedralicio y guitarra turgente, batería sincopada y bajo-ancla, la base sobre la que no es difícil imaginarse las voces de Marvin Gaye, Ray Charles, Elvis Presley o incluso James Brown. Solo hay que dejarse llevar por el torbellino, ese vórtice de rhythm & blues y rock & roll preñados de soul. (...)
2 Modern Sounds in Country and Western Music (Ray Charles)
Ray Charles nunca ha sido un timorato, pero la maniobra en la que se aventuró en 1962 fue el más difícil todavía. Su amor por el country no era ningún secreto. La emoción tan intensa que le provocaban las historias que se contaban en esa música estaban por encima de cualquier connotación supremacista y racista con la que algunos querían asociar a esa música. En un acto de amor supremo, el pianista se llevó a su terreno partituras de la música más blanca de la creación para teñirlas de negro para siempre. El resultado hay que escucharlo para creerlo.
1 Coltrane (John Coltrane)
A golpe de incomprensión. Así avanzaba John Coltrane en estos años seminales. Con nuestra mirada actual, tan llena de ciertos prejuicios, pero tan limpia de muchos otros, nos puede parecer mentira, pero la acogida que tuvo este álbum fue tan tibia que parecía hostil. Para los popes de la corrección jazzística, lo que venía haciendo Coltrane se aproximaba demasiado al anatema. Todavía escocía su residencia en el Village Vanguard, durante la cual inició una alianza con Eric Dolphy absolutamente detestable para el núcleo duro de la crítica. (...)
1963
5 Please Please Me (The Beatles)
A lo largo de la historia de la música popular grabada ha habido más de un big bang de esos cataclísmicos. Revoluciones que han puesto patas arriba la forma de entender los acordes, el sonido o la propia industria. Pocos pondrán peros a la hora de incluir en este grupo cosas como ese "Nevermind the Bollocks" que los Sex Pistols vomitaran en 1977 o la aparición de un tal Elvis Presley a mitad de los 50. Tampoco, cómo no, nos olvidamos del surgimiento de estos cuatro chicos de Liverpool, una auténtica revolución como no ha habido otra a la hora de convertir a la cultura pop en un fenómeno de masas. (...)
4 The Composer of Desafinado, Plays (Antonio Carlos Jobim)
Calidez infinita, melancolía dorada, emoción prolongada en un murmullo extático... Las cualidades del género quedan estampadas para siempre en la mente y los dedos prodigiosos de Antonio Carlos Jobim. No se me ocurre mejor manera de acercarse al talento colosal del carioca que este disco, un compendio de algunas de las muchas composiciones inmortales que entregó. (...)
3 Ballads (John Coltrane)
Aquí nos encontramos al cuarteto pisando terreno inexplorado (para ellos). Apagadas las brasas (o muy rebajadas al menos) de sus recientes afrentas, Coltrane y sus secuaces se permiten una pausa en medio de la vorágine y se entregan a la placidez de las baladas, encima, escritas por otros. Clásicos para las noches más cálidas que dejan claro que a estos cuatro no se les resistía absolutamente nada. (...)
2 A Christmas Gift For You From Phil Spector (VV.AA.)
Los discos navideños siempre habían sido un subgénero dentro de lo odioso porque empalagaban, aburrían y de alguna manera obligaban a cosas que no tenían por qué apetecerte. Sobre todo al lagrimeo fácil o a la alegría infundada. Pues para combatir esa idea existen joyas del tamaño de este álbum que reúne a un puñado de talentos sobrados de soul y pop, y bajo la batuta soberbia de ese genio del sonido comprimido que fue Phil Spector, se adueñan de un repertorio clásico y embriagador. (...)
1 The Black Saint and The Sinner Lady (Charles Mingus)
La obra maestra de Mingus se despliega ahora y lo hará por mucho tiempo que pase como uno de los discos más definitivos para poder entender y disfrutar el jazz moderno en cualquiera de sus mutaciones. Dos años antes de A Love Supreme (John Coltrane, 1965), Bob Thiele produce este disco innovador y único en su especie, erigiéndose desde ese momento en figura clave de la onda expansiva de un movimiento al que no se le podía tasar la medida de sus efectos, pero al que se le adivinaban unas consecuencias devastadoras. (...)
1964
5 A Hard Day's Night (The Beatles)
El primer álbum compuesto exclusivamente de material original firmado por Lennon/McCartney y que sirvió a modo de banda sonora para la película del mismo título. La cara A concretamente es la que contiene las canciones de la loca cinta que se marcó el grupo para celebrar su recién ganada masividad. Precisamente esa orgía autoral y el uso de la Rickenbacker de doce cuerdas por parte de George Harrison son las características más destacadas de este discazo. (...)
4 The Times They Are a-Changin' (Bob Dylan)
Dylan nunca ha
sido fácil de encasillar. Por eso nunca estuvo del todo a gusto con la
etiqueta de cantautor protesta. Por mucho que cogiera tanto del género
como lo que acabó devolviéndole. Sin duda, su afiliación a las causas
sociales comenzó de manera clara con ese magno The Freewheelin' Bob
Dylan (1963) que precedía a este, la auténtica destilación de eso de
cantar los dolores de los más débiles. (...)
3 Crescent (John Coltrane)
A apenas dos minutos de que naciera A Love Supreme (1965) a Coltrane ya se le derramaba la espiritualidad a manos llenas. La sentía, le ardía y la sudaba a chorros. Es algo tan evidente que no se puede tapar de ninguna manera. Se manifiesta de una manera tan clara en la cara A que tal vez por vergüenza o recato decide taparla un poco con una cara B en la que suelta los mandos para que se explayen sus compañeros. (...)
2 Out to Lunch! (Eric Dolphy)
Eric Dolphy aprovechó el hueco y se coló hasta la cocina. Como un vendaval atravesó el angosto espacio que corre entre John Coltrane y Ornette Coleman. Ahí es donde había territorio inexplorado sobre el que derramar su prodigioso talento. Un don que le ha granjeado el respeto de lo más granado del mundo del jazz. (...)
1 Getz/Gilberto (Stan Getz / João Gilberto)
La fragilidad de estas composiciones, su nocturnidad, su sedoso vaivén, todo conforma una sublime expresión del deseo y el desencanto. Hasta el delicado "error" de la esposa de Gilberto, ofreciendo su voz en "The Girl of Ipanema", se convierte en un acierto histórico indeleble. Astrud simplemente pasaba por allí y era la única capaz de chapurrear unas palabras en inglés. (...)
1965
5 Here Are the Sonics!!! (The Sonics)
Entre picahielos, brujas, sustancias tóxicas y Little Richard es donde los Sonics se encontraban a gusto. Todos estos apelativos sirven para definir la oleada salvaje que supuso la música de este grupo que hoy es considerado visionario y en su época no pasó de ser una anécdota en el reverso de la industria. (...)
4 Otis Blue/Otis Redding Sings Soul (Otis Redding)
No descubro nada si digo que la música no ha sido apreciada de la misma forma a lo largo de la historia. Lo que valía hace décadas no nos sirve hoy. Lo que hoy es lo más de lo más haría reír a nuestros antepasados. Así si afirmo que el, según muchos expertos, mejor disco de soul de la historia está hecho de versiones más o menos contemporáneas de su época y solo tiene tres temas compuestos para la ocasión por el mismo cantante, muchos se echarían las manos a la cabeza y negarían con incredulidad. (...)
3 Rubber Soul (The Beatles)
El segundo disco compuesto exclusivamente por material original de los Beatles sigue siendo, a día de hoy, fascinante. Era a la vez un principio y un final. Esa portada mítica contenía la grabación de la personalidad de The Beatles expuesta a raudales y sin contención. Era rock de raíz norteamericana, pero a la vez, no podía sonar más británico. Era ese pop brillante que se iba a instalar en el subconsciente de tantas generaciones (y las que quedan). Ya lo venían advirtiendo con los pelotazos que soltaban single tras single, disco tras disco, actuación tras actuación. (...)
2 Highway 61 Revisited (Bob Dylan)
(Ver arrriba).
1 A Love Supreme (John Coltrane)
(Ver arrriba).
1966
5 Ces gens-là [Jacques Brel] (Jacques Brel)
En el octavo Brel hace cumbre. Una afirmación que no se puede hacer a la ligera a la vista de la altura de sus hazañas anteriores, pero que lanzo al aire sin miedo y con la convicción del que tiene a la razón de su parte. No hay que ser muy espabilado. Basta con meterse de lleno en la canción que le da título de manera oficiosa para darse cuenta, no solo de que Brel ha alcanzado un nivel indescriptible como compositor, sino de que el dúo arreglístico que forman Rauber y Jouannest alcanza una maestría que parece difícil de superar. (...)
4 Black Monk Time (Monks)
La historia de la música está plagada de situaciones estrambóticas e imposibles. Aún así, pocas como la de The Monks, una banda sin parangón por varios motivos. Y es que esta fue una de las bandas más iconoclastas, innovadoras y transgresoras de los 60. ¿Que nadie los conoce? Bueno, eso se está corrigiendo. ¿Que en su época nadie oyó hablar de ellos? Puede ser, pero es que unos soldados norteamericanos destinados en Alemania no lo debían tener muy fácil para promocionarse. Este fue el país que los vio nacer como grupo y donde se foguearon en giras por tugurios y salas de baile. (...)
3 Revolver (The Beatles)
(Ver arriba).
2 Pet Sounds (The Beach Boys)
(Ver arriba).
1 Blonde on Blonde (Bob Dylan)
(Ver arriba).
1967
5 Are You Experienced? (The Jimi Hendrix Experience)
El debut de Jimi Hendrix no es un debut cualquiera. Poco podía imaginar Chas Chandler (The Animals) lo que iba a liar este guitarrista medio negro, medio cherokee, medio alienígena. Bueno, algo seguro que se barruntaba cuando se empeñó con tanto interés en que la gente conociera el talento salvaje y visceral de un artista que con este estreno iba a poner patas arriba el rock, qué digo el rock, la música tal y como la habíamos concebido hasta entonces. (...)
4 Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band (The Beatles)
The Beatles seguían en racha y con la pulsión artística al rojo cuando enfilaban el último tramo de la década de los 60. Después de una obra tan ambiciosa, redonda y exigente como Revolver (1966) muchos habrían optado por una vuelta a las bases, por una simplificación, en parte, para poder tocar lo que fuera que grabaran en futuros directos, cosa que no habían podido hacer con el disco mencionado. (...)
3 Songs of Leonard Cohen (Leonard Cohen)
(Ver arriba).
2 Forever Changes (Love)
(Ver arriba).
1 The Velvet Underground & Nico (The Velvet Underground & Nico)
(Ver arriba).
1968
5 We're Only In It For the Money (The Mothers of Invention)
(...) Firmado por "The Mothers of Invention" y solo para paladares finos. En esta obra Zappa y sus Mothers continúan explorando la brecha abierta con su debut Freak Out! (1966). A través de pasajes de psicodelia galáctica y free rock combina la crítica ácida con el humor más inclemente para vestir unas melodías vanguardistas, inabarcables o de una inocencia perversa. (...)
4 Vincebus Eruptum (Blue Cheer)
"Más ruidosos que dios". Pocas veces una frase es tan afortunada y tan descriptiva. Tampoco habría que quedarse en eso porque sería algo injusto. Ruidoso puede ser un motor, un taladro, un martillo mecánico o una apisonadora al galope... Y este disco es mucho más, aunque también sea todo eso. (...)
3 Beggars Banquet (The Rolling Stones)
En 1968 los Stones se despidieron de varias cosas. Principalmente dijeron adiós al drogata de Brian Jones (los otros no es que fueran santos) apartándolo del grupo primero y enterándose de su muerte prematura poco después. Este se puede decir que fue su testamento, y no podría haber tenido mejor resultado. No en vano estamos ante una de las obras clave de la banda y de la historia del rock. (...)
2 Lady Soul (Aretha Franklin)
"Lady Soul" es un apelativo, un guante que se ajusta a una artistaza irrepetible. Un título gigantesco que no pesa ni un gramo sobre las espaldas de la mejor cantante que haya abierto la boca. O al menos una de las más grandes, Aretha Franklin, que con este disco disolvió cualquier duda que pudiera haber sobre su valía. De todas formas no las había después de una carrera rutilante con bombazos inapelables. "Lady Soul" simplemente redondeó la jugada y la arrimó a la perfección. (...)
1 Electric Ladyland (The Jimi Hendrix Experience)
(Ver arriba).
1969
5 Scott 3 (Scott Walker)
Un Scott Walker inconmensurable hincha las alas y sobrevuela mares de negrura insondable con la majestuosidad de un albatros. Si es cierto que nos venía avisando en sus dos discos anteriores, lo que fabrica aquí supera todas las expectativas. En su tercer intento en solitario demuestra lo lejos que le quedan los Walker Brothers y lo personal que se ha vuelto una propuesta bañada en tonos de sepia, culta, leída y emocionante hasta el tuétano. (...)
4 Hot Rats (Frank Zappa)
Hot Rats fue el segundo disco que Zappa editó a su nombre y siguió a la disolución de la formación original de The Mothers of Invention. Por ello el álbum fue parido por obra y gracia de él mismo y Ian Underwood, los cuales salvo colaboraciones puntuales, lo tocaron prácticamente todo en él. Y esto, aunque no dejen de ser capas y capas grabadas en las ultramodernas 16 pistas de entonces, crea una sensación como de banda de jazz que nos acaba atrapando en unas jams tan jugosas y juguetonas como perniciosamente venenosas. (...)
3 Trout Mask Replica (Captain Beefheart and His Magic Band)
Llega la hora de la verdad. La hora de destapar secretos inconfesables. Decir que adoras este disco siempre sonará pretencioso. ¿Quién te crees que eres? me podría decir cualquiera. No, no es que sea muy normal este compendio de blues beodo, jazz campestre y libérrimo, experimentos vocales, atonalidad y demás abstracciones de difícil identificación. Eso lo asumo. (...)
2 Five Leaves Left (Nick Drake)
Hay momentos de conjunción astral en los que todo se une a la vez para una causa justa. El primer disco de Nick Drake es uno de esos contados instantes en los que todo es simplemente perfecto. En esta obra de belleza clásica e inmarchitable, la voz del bardo resuena con esa melancolía asesina y deliciosa que acierta en todo momento a fundirse con la guitarra más maravillosa que unos dedos desnudos hayan acariciado, con las orquestaciones parcas y dolorosas que funden las canciones y las untan en nuestro cerebro, con esa atmósfera de aire sólido que su amigo John Martyn sellara para siempre. (...)
1 Astral Weeks (Van Morrison)
(Ver arriba).
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